¿Por qué los estudiantes tripean con los textos de Cortázar?
Este es un artículo aparecido en la Revista Literaria La Maga, en el número conmemorativo de los diez años de la muerte del escritor argentino Julio Cortázar en 1994. Escrito por Inés Tenewicki, el texto nos da pistas del porqué los jóvenes se siente atraidos por la pluma de uno de los escritores contemporáneos más importante de la historia de la literatura.
Fuente: www.lamaga.com.ar
"Los chicos se copan con Cortázar porque se cagan en la realidad"
Por Inés Tenewicki
En una época los ministros de Educación prohibían a los docentes pedir libros a sus alumnos. En esa misma época, las autoridades hacían listas negras con la literatura: Julio Cortázar fue excluido de las currículas y sus textos junto a los de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa otros de la literatura latinoamericana, "desaconsejados" por lo funcionarios de la dictadura militar. Eran años en que los chico se iniciaban furtivamente en 1a lectura; sólo algunos profesores se animaban con La noche boca arriba o Final del juego; Rayuela se robaba de la biblioteca de los padres y para unos pocos se convertía en objeto de culto. El manual de Carlos Loprete, en tanto, recortaba en fragmentos permitidos la producción de varias décadas de literatura.
Democracia mediante, en algunas escuelas Cortázar se volvió una especie de prócer. Para los docentes, además de un autor representativo, es un "número puesto". "Por lo menos en este colegio, si hubiera que hacerle un monumento a alguien se lo harían a Cortázar", resume Liliana López, profesora de literatura en el Nacional Nicolás Avellaneda. Aunque no llega a ser un monu-mento, en el hall de entrada de esa escuela un pizarrón con textos y dibujos preparado por chicos de segundo año rinde home-naje al escritor.
Pero hay otras visiones, Gabriel Cetkovich, docente de literatura en el Colegio Siglo XXI, distingue entre la lectura que se hacía de Cortázar en los años 60 y 70, de la que hacen los chicos en la actualidad. "Para nosotros, los que cursamos el secundario entre el 75 y el 80, Cortázar era la "contra" a Borges y a lo académico. Había cosas para leer a Cortázar que no tenían que ver con la literatura sino con cuestiones sentimentales. Era la izquierda frente a Borges. A mí me gustaba porque no se daba en la escuela, y porque hablaba de cosas que me preocupaban o yo creía que me preocupaban. Lo leíamos con mi grupo de amigos." Ahora, afirma Cetkovich, ya no es un símbolo ideológico". Sus alumnos leen en clase variedad de autores, desde Faulkner y Raymond Carver hasta Cortázar y Tolkien. Los chicos no se enganchan tanto con los juegos de la fantástica como con el reconocimiento. Porque la lectura de Cortázar produce una identificación con esa cosa familiar de las tías, los barrios, es un efecto de la lectura ingenua." De adolescente, a él reconoce - le pasaba lo mismo. Pero cree que el fervor hacia Julio Cortázar es más un fenómeno de los padres que de los chicos. "El único fanatismo que yo descubro en los chicos es Stephen King. El género del terror. Los pibes se la pasan leyendo este tipo de literatura, y leen un montón, mucho más de lo que la gente piensa."
Las Magas
La mamá de Vicki Dupuy es profesora de latín, ronda los 40 años y hace unos veinte seguramente quería parecerse a la Maga. Su hija tiene 16; a los once se subió a los estantes de la biblioteca e intentó leer Rayuela, "porque mi mamá es fanática", pero reconoce que no llegó. Ahora -asegura Vicki- la literatura de Cortázar le "rompe el cerebro", pero no sabe bien porqué. "Quizás es psicológico", aventura.
Marta Molina, profesora de segundo, tiene aproximadamente la edad de la madre de Vicki, pero iba aún más allá: "Yo soy de la generación de minas que de verdad nos creíamos la Maga, recuerda enfatizando la expresión "de verdad". Después de los años oscuros, "en que uno no estuvo en ningún lado", Molina da Cortázar desde el primer día del primer año: los inicia al secundario con Continuidad de los parques. "Porque a mí me encanta Cortázar, a pesar de que la crítica lo ha desprestigiado."
Beatriz de Vega, profesora de literatura desde hace veinte años, no sólo se identificó con la Maga, sino que aprendió boxeo. "Si le gustaba a Cortázar me tenía que gustar a mí. Y me empezó a gustar", confirma.
Ética, música y rebeldía
Para algunos docentes, Julio Cortázar funciona como modelo ético. "A los chicos les emociona que se haya jugado. Están familiarizados con los héroes de las batallas que se juegan la vida, pero no conocen a nadie que se juegue el bolsillo. Cuando se enteran de que donó los derechos de autor se con-mueven mucho", reflexiona Silvia Bonatto, profesora de tiempo completo en el Avellaneda. Cortázar, sostiene Bonatto, "tiene connotaciones de rebeldía, de revolución, y con esas características se identifican los adolescentes".
En cambio, otros chicos reivindican la música: "Me gusta porque es muy onda Indio Solari -compara un alumno del CENS N 209 de San Martín-, me copan las metáforas porque me hacen acordar a las metáforas de los Redondos. Por ejemplo, el motociclista de La noche boca arriba, que dice Estaba montado sobre un insecto de metal".
"Mis alumnos -relata María Pía Chiesino, profesora del mismo CENS- son fanáticos del rock. Elegí dar El perseguidor para descomprimir, porque sabía que ellos se iban a enganchar en la historia de un músico. Cuando tengo que dar análisis sintáctico también busco letras de rock."
Cristian, de 19 años, compara a Rayuela con Los Beatles. "Después de Rayuela cambió todo, cambió todo para la época, supongo, y para uno. Como Los Beatles."
En cambio, para Héctor -también profesor del CENS No 209- la convocatoria de los cuentos de Cortázar está vinculada con el imaginario fantástico: "A los chicos les interesa todo lo que tiene que ver con lo fantástico porque rechazan la realidad, porque se cagan en la realidad".
Más allá de las diferencias, todos coinciden en que existe una línea afectiva que une a profesores, chicos y textos de Cortázar: "El enganche con Cortá Me acuerdo haber oído decir a varios lectores jóvenes que lo que les gustaba en Rayuela era que se trataba de un libro que no les daba consejos, que es lo que menos les gusta a los jóvenes. Al contrario, los provocaba, les daba de patadas y les proponía enigmas, les proponía preguntas. Pero para que ellos las solucionaran. Y eso sí que me lo han agradecido. Si yo hubiera caído (vamos a hablar analógicamente) en un libro como La montaña mágica de Thomas Mann, es decir un libro que como quiso hacer también Rayuela, abarca una dimensión un poco cósmica, que sale de los problemas individuales y se lanza a lo metafísico, si yo hubiera escrito una especie de Montaña mágica, donde no sólo hay preguntas sino también respuestas, las respuestas de Thomas Mann que a veces son muy didácticas, a veces muy desarrolladas (es una lección), Rayuela no hubiera gustado.
Fuente: www.lamaga.com.ar
"Los chicos se copan con Cortázar porque se cagan en la realidad"
Por Inés Tenewicki
En una época los ministros de Educación prohibían a los docentes pedir libros a sus alumnos. En esa misma época, las autoridades hacían listas negras con la literatura: Julio Cortázar fue excluido de las currículas y sus textos junto a los de Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa otros de la literatura latinoamericana, "desaconsejados" por lo funcionarios de la dictadura militar. Eran años en que los chico se iniciaban furtivamente en 1a lectura; sólo algunos profesores se animaban con La noche boca arriba o Final del juego; Rayuela se robaba de la biblioteca de los padres y para unos pocos se convertía en objeto de culto. El manual de Carlos Loprete, en tanto, recortaba en fragmentos permitidos la producción de varias décadas de literatura.
Democracia mediante, en algunas escuelas Cortázar se volvió una especie de prócer. Para los docentes, además de un autor representativo, es un "número puesto". "Por lo menos en este colegio, si hubiera que hacerle un monumento a alguien se lo harían a Cortázar", resume Liliana López, profesora de literatura en el Nacional Nicolás Avellaneda. Aunque no llega a ser un monu-mento, en el hall de entrada de esa escuela un pizarrón con textos y dibujos preparado por chicos de segundo año rinde home-naje al escritor.
Pero hay otras visiones, Gabriel Cetkovich, docente de literatura en el Colegio Siglo XXI, distingue entre la lectura que se hacía de Cortázar en los años 60 y 70, de la que hacen los chicos en la actualidad. "Para nosotros, los que cursamos el secundario entre el 75 y el 80, Cortázar era la "contra" a Borges y a lo académico. Había cosas para leer a Cortázar que no tenían que ver con la literatura sino con cuestiones sentimentales. Era la izquierda frente a Borges. A mí me gustaba porque no se daba en la escuela, y porque hablaba de cosas que me preocupaban o yo creía que me preocupaban. Lo leíamos con mi grupo de amigos." Ahora, afirma Cetkovich, ya no es un símbolo ideológico". Sus alumnos leen en clase variedad de autores, desde Faulkner y Raymond Carver hasta Cortázar y Tolkien. Los chicos no se enganchan tanto con los juegos de la fantástica como con el reconocimiento. Porque la lectura de Cortázar produce una identificación con esa cosa familiar de las tías, los barrios, es un efecto de la lectura ingenua." De adolescente, a él reconoce - le pasaba lo mismo. Pero cree que el fervor hacia Julio Cortázar es más un fenómeno de los padres que de los chicos. "El único fanatismo que yo descubro en los chicos es Stephen King. El género del terror. Los pibes se la pasan leyendo este tipo de literatura, y leen un montón, mucho más de lo que la gente piensa."
Las Magas
La mamá de Vicki Dupuy es profesora de latín, ronda los 40 años y hace unos veinte seguramente quería parecerse a la Maga. Su hija tiene 16; a los once se subió a los estantes de la biblioteca e intentó leer Rayuela, "porque mi mamá es fanática", pero reconoce que no llegó. Ahora -asegura Vicki- la literatura de Cortázar le "rompe el cerebro", pero no sabe bien porqué. "Quizás es psicológico", aventura.
Marta Molina, profesora de segundo, tiene aproximadamente la edad de la madre de Vicki, pero iba aún más allá: "Yo soy de la generación de minas que de verdad nos creíamos la Maga, recuerda enfatizando la expresión "de verdad". Después de los años oscuros, "en que uno no estuvo en ningún lado", Molina da Cortázar desde el primer día del primer año: los inicia al secundario con Continuidad de los parques. "Porque a mí me encanta Cortázar, a pesar de que la crítica lo ha desprestigiado."
Beatriz de Vega, profesora de literatura desde hace veinte años, no sólo se identificó con la Maga, sino que aprendió boxeo. "Si le gustaba a Cortázar me tenía que gustar a mí. Y me empezó a gustar", confirma.
Ética, música y rebeldía
Para algunos docentes, Julio Cortázar funciona como modelo ético. "A los chicos les emociona que se haya jugado. Están familiarizados con los héroes de las batallas que se juegan la vida, pero no conocen a nadie que se juegue el bolsillo. Cuando se enteran de que donó los derechos de autor se con-mueven mucho", reflexiona Silvia Bonatto, profesora de tiempo completo en el Avellaneda. Cortázar, sostiene Bonatto, "tiene connotaciones de rebeldía, de revolución, y con esas características se identifican los adolescentes".
En cambio, otros chicos reivindican la música: "Me gusta porque es muy onda Indio Solari -compara un alumno del CENS N 209 de San Martín-, me copan las metáforas porque me hacen acordar a las metáforas de los Redondos. Por ejemplo, el motociclista de La noche boca arriba, que dice Estaba montado sobre un insecto de metal".
"Mis alumnos -relata María Pía Chiesino, profesora del mismo CENS- son fanáticos del rock. Elegí dar El perseguidor para descomprimir, porque sabía que ellos se iban a enganchar en la historia de un músico. Cuando tengo que dar análisis sintáctico también busco letras de rock."
Cristian, de 19 años, compara a Rayuela con Los Beatles. "Después de Rayuela cambió todo, cambió todo para la época, supongo, y para uno. Como Los Beatles."
En cambio, para Héctor -también profesor del CENS No 209- la convocatoria de los cuentos de Cortázar está vinculada con el imaginario fantástico: "A los chicos les interesa todo lo que tiene que ver con lo fantástico porque rechazan la realidad, porque se cagan en la realidad".
Más allá de las diferencias, todos coinciden en que existe una línea afectiva que une a profesores, chicos y textos de Cortázar: "El enganche con Cortá Me acuerdo haber oído decir a varios lectores jóvenes que lo que les gustaba en Rayuela era que se trataba de un libro que no les daba consejos, que es lo que menos les gusta a los jóvenes. Al contrario, los provocaba, les daba de patadas y les proponía enigmas, les proponía preguntas. Pero para que ellos las solucionaran. Y eso sí que me lo han agradecido. Si yo hubiera caído (vamos a hablar analógicamente) en un libro como La montaña mágica de Thomas Mann, es decir un libro que como quiso hacer también Rayuela, abarca una dimensión un poco cósmica, que sale de los problemas individuales y se lanza a lo metafísico, si yo hubiera escrito una especie de Montaña mágica, donde no sólo hay preguntas sino también respuestas, las respuestas de Thomas Mann que a veces son muy didácticas, a veces muy desarrolladas (es una lección), Rayuela no hubiera gustado.
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LuisCarlos -
chato -
humberto alfonso -