Blogia
Weblog del prof. Antonio Núñez Aldazoro (UCV)

"Moscas" de Andrés Pereira

"Moscas" de Andrés Pereira No sé por qué, pero todos están muy callados. Debe ser porque les gustó la comida que les preparé. Aunque no lo creo, porque todavía nadie ha tocado su plato. Siempre es lo mismo, lo que yo haga nunca le agrada a ninguno de ellos.
Ese silencio, silencio que no estoy acostumbrado a oír, me está ensordeciendo. No me deja pensar, me persigue. ¿Qué hace ese silencio aquí? Si estoy sentado en la mesa del comedor con mi familia y ellos siempre me están diciendo qué hacer. Siempre me están regañando. Debo hacer algo, mejor pongo algo de música para eliminar esa desagradable sensación y animar un poco el ambiente. Todos se ven tan tristes.
Hay tanto silencio. Con la mirada perdida en el infinito, me detengo al frente del equipo y me concentro sin querer oir ese sordo vacío que me abruma y atormenta. Pero al fin logro encender la radio.
La música nada hizo. Todo sigue igual. Le pregunto a mi madre si quiere bailar, pero ella no responde. Debe ser porque no ha terminado de comer. Pero me irrita pensar que ella me esté ignorando de nuevo. ¿Es que acaso se cree más que yo? Solamente porque tengo algunos problemitas. El doctor dice que me voy a curar en esa casa blanca grandota. Allí me siento bien. Yo estuve allí hace unos meses. Me gustó. Siempre repartían pastillas que relajan mucho. Se sentía rico.
¿Por qué ese eco en mis oídos otra vez? Si ya encendí la radio. Le imploré a mi hermana que me dijera algo, pero ni siquiera me miró. ¿Será que todavía está brava conmigo por burlarme de su silla? Yo sé que no debo burlarme de ella, porque tiene problemas en las piernas. Mi mamá me lo dijo. Pero yo sólo me meto con ella porque nunca me deja usar su silla. Sólo lo hace para molestarme, porque está celosa que yo si puedo correr y ella no. Lo que no saben, ni siquiera mi mamá, es que desde hace tiempo, cuando todos están durmiendo, yo agarro su silla y le aflojo un poco los tornillos. Un poco cada noche. Por eso se cayó la semana pasada. Creo que nadie ha sospechado de mí aún.
Ya terminé de comer, parece que nadie va a seguir comiendo. Mejor limpio de una vez la mesa y forro las camas de plástico, para que la sangre que fluye por sus cráneos no ensucie las almohadas, así como ya lo hizo la gotera que sale de la herida de la cabeza de mi padre. Ya está toda la alfombra empapada.
He sido poco precavido, debí poner una gasa en la boca a mi madre, ya que le cause una hemorragia interna cuando intentó defenderse. Esa hemorragia se exterioriza como sangre con bilis, es realmente repulsivo. Además, le corre el maquillaje. Debo limpiar todo. Ya estoy cansado de que las moscas merodeen la casa, me imagino que se sienten atraídas por el olor a sangre.

Junio de 2001.-

0 comentarios