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Weblog del prof. Antonio Núñez Aldazoro (UCV)

Periodismo

La despedida silenciosa de Ryszard Kapuscinski

La despedida silenciosa de Ryszard Kapuscinski

Tomado de www.eud.com

 

Varsovia.- El escritor y periodista polaco Ryszard Kapuscinski falleció a los 74 años, según informó ayer por la noche el canal de noticias local TVN 24 de Polonia.

Kapuscinski era considerado un eximio representante del reportaje literario. Nacido el 4 de marzo de 1932 en Pinsk, en la actual Belarús, se desempeñó como reportero de la agencia de noticias polaca PAP, para la que reportó como corresponsal desde África.

Con sus reportajes trascendió las fronteras de Polonia. El escritor honrado con diversos galardones, como el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, trazó retratos de poderosos como El sha o la desmesura del poder.

También efectuó sensibles descripciones de las condiciones de vida de las personas en el Tercer Mundo y de los conflictos y guerras civiles en África y Latinoamérica.

Kapuscinski estuvo entre los nominados al Premio Nobel de Literatura, junto al turco Orhan Pamuk (quien resultó el ganador de la edición de 2006), el israelí Amos Oz y el poeta sirio Adonis.

Adicionalmente, este reportero era uno de los grandes maestros del periodismo moderno, adalid de la ética en esta profesión y el autor polaco más traducido y publicado en el extranjero.

Era historiador titulado, y a los 17 años se inició dentro del periodismo en la revista Hoy y mañana, pero su profesionalismo se forjó en la agencia de noticias polaca PAP, para la que trabajó de reportero durante 30 años (1958-1981).

Durante ese tiempo fue testigo de infinidad de acontecimientos mundiales como los numerosos cambios políticos de países del Tercer Mundo, desde Angola hasta el antiguo Zaire (hoy República Democrática del Congo).

Asimismo, cubrió la llegada de la descolonización y la consiguiente independencia en el Tercer Mundo, además de hechos históricos como la caída del régimen democrático chileno o la revolución iraní.

En su dilatada carrera presenció 27 revoluciones, vivió 12 frentes de guerra y fue condenado en cuatro ocasiones a ser fusilado.

Harto de la censura polaca, a partir de la década de los 80 empezó a colaborar con periódicos y revistas internacionales, como The New York Times o Frankfurter Allgemeine Zeitung, a la vez que se introducía de lleno en el campo literario a través del gran reportaje.

El que fue elegido en 1999 mejor periodista polaco del siglo XX tiene una veintena de libros publicados.

Como maestro, estuvo en Caracas y dictó el taller Periodismo narrativo: migraciones y fronteras, entre el 26 a 29 de abril de 2004, ante una audiencia de dieciséis participantes, de los cuales solamente tres estaban por Venezuela.

Otros galardones obtenidos por el veterano reportero incluyen el premio J. Parandowski del Pen Club, el premio Goethe (Hamburgo), el premio de la fundación A. Jurzykowski (Nueva York) y el Prix de l´Astrolabe (Francia). Además de su lengua natal, hablaba el español y seis idiomas más.

 

Juan Goytisolo critica el lenguaje que oculta la realidad de sangre y muerte en las guerras

Juan Goytisolo critica el lenguaje que oculta la realidad de sangre y muerte en las guerras

Interesante reseña sobre el fugaz paso del escritor en las aulas de clases de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (España), en el que habla de literatura, periodismo y guerra.

Tomado de la revista cultural de El País (http://www.elpais.es/ )

"Bombas inteligentes, daños colaterales, bombardeos de ablandamiento. Son recursos eufemísticos del lenguaje que se utilizan por los aparatos de propaganda en las guerras para omitir la realidad: sangre y muerte". Habla Juan Goytisolo en las aulas de la Magdalena, en Santander, ante medio centenar de alumnos del curso Guerra, periodismo y literatura, que el escritor ha impartido hasta ayer. El autor de El sitio de los sitios recuerda su paso por Sarajevo y otros conflictos bélicos y denuncia las manipulaciones informativas y profundas omisiones que se producen en las guerras.

Descubre los eufemismos, desenmascara las manipulaciones y narra a sus alumnos en el Palacio de la Magdalena, sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, la crueldad de la guerra a través de los textos literarios y periodísticos que ha escrito. Hay entusiasmo en sus clases e interés por las palabras de este intelectual que un día decidió ir a primera línea de una guerra y comprobar qué había detrás de la propaganda del poder en los conflictos bélicos.

Juan Goytisolo (Barcelona, 1931), reconoce que le gusta enseñar, entablar contacto con los alumnos, y recuerda con cierta nostalgia los años en los que fue profesor visitante en universidades norteamericanas. "De la enseñanza siempre se aprende, se aprende de los estudiantes y de los libros que uno tiene que leer para ofrecer todas las ópticas posibles sobre un único tema".

Los alumnos preguntan al maestro cuáles fueron las razones que le llevaron a desplazarse a zonas de conflicto y su respuesta es rápida: "Mi deseo de conocer la verdad. Yo, como mucha otra gente, me sentí profundamente estafado por la operación Tormenta del desierto. Poco a poco advertí que todo lo que habían contado a través de las imágenes de televisión era falso y entonces sentí un verdadero interés por conocer la realidad de los conflictos".

El profesor revela a sus alumnos que fue la escritora estadounidense Susan Sontag la que le convenció para que fuera a Sarajevo y que viajó después de haber acumulado abundante documentación sobre la situación política de la zona. "Llevaba algún tiempo analizando a través de traducciones el discurso ultranacionalista serbio y el discurso ultranacionalista croata. Sabía bastante de la teoría, pero el contacto directo con la realidad fue brutal. El choque fue muy duro". Es entonces cuando surgen las preguntas en torno a cómo abordan la literatura y el periodismo un tema como la guerra.

Goytisolo habla de las profundas diferencias que existen entre la ética del escritor y la ética del periodista. "El periodista está obligado a descubrir las trampas y su deber es denunciar las manipulaciones que puede ir encontrando en el camino. En el caso del escritor, su experiencia en los conflictos se integra en algo distinto, que es la literatura. En un escritor se combina su búsqueda artística con la defensa de las causas que le parecen justas".

Los alumnos, la mayoría de ellos mujeres, conocen la obra de Goytisolo, pero el escritor ha seleccionado textos que les va leyendo salpicados de anécdotas que permiten al oyente entender mucho mejor el sentido de sus palabras. Quieren saber y conocer de boca de un testigo como Goytisolo qué queda después de haber contemplado zonas devastadas. "Nadie que haya contemplado la barbarie y la brutalidad de las guerras de cerca puede volver sin ser transformado moralmente", sentencia el profesor.

El autor camina entre el laberinto de textos que ha seleccionado para este curso e inicia entonces la lectura de párrafos de El sitio de los sitios. "En esta obra se ve muy bien la influencia del conflicto de Sarajevo. La realidad se integra dentro de un conjunto artístico y en ella se narran mis dos primeras estancias en Sarajevo durante el asedio". La cuarentena fue escrita durante el inicio de la guerra del Golfo y Telón de boca se centra en Chechenia, "país que conocía a través de la gran literatura rusa del siglo XIX. Lo más triste fue comprobar que lo que yo estaba viendo eran las mismas brutalidades, los mismos horrores descritos en la obra de Tolstói".

El pesimismo de un observador

No ha vuelto ni tiene intención de regresar a ningún conflicto bélico porque le resulta "insoportable". "Hay gente que lo hace por espíritu de aventura, yo no he tenido nunca ese espíritu y tan sólo iba para testimoniar". Juan Goytisolo reconoce que se ha vuelto "lúcido y pesimista respecto a lo que ocurre en los países en los que se producen guerras. Y muy pesimista con respecto al ser humano, que es capaz de cometer los mismos errores a lo largo de la historia". El escritor cuenta a sus alumnos lo que supuso para él Sarajevo, "el descubrimiento de la capacidad del heroísmo y la barbarie de la especie humana. Allí conocí a gente que mantenía su integridad moral en medio del odio, que era capaz de razonar en mitad del desastre y sobrevivir a situaciones desastrosas. Y también a gente que lo mejor es olvidarse de ella".

Cuenta a sus alumnos cómo es su proceso creativo. "Voy escribiendo según acuden a mi mente las ideas. Procuro hablar de lo poco que sé y no de lo mucho que no sé. Hablo de los países y situaciones que conozco para crear literatura en la que la realidad se esconde tras la ficción".

 

 

Kapuscinski: «Estados Unidos ha acabado con el periodismo de guerra»

Kapuscinski: «Estados Unidos ha acabado con el periodismo de guerra»

Tomado de Periodista Digital (http://blogs.periodistadigital.com)

Ryszard Kapuscinski, que acaba de cumplir 75 años y de recibir el Premio Miguel Gil, es entrevistado por Miguel Toral en El Mundo. El veterano escritor y reportero polaco, cuyo último libro se titula 'Viajes con Herodoto', ve con pesimismo el futuro de la profesión.

Pregunta.- ¿Es el periodismo un trabajo peligroso?

Respuesta.- Cierto tipo de periodismo. El de guerra es peligroso por varias razones.

P.- ¿Usted ha visto la muerte cerca?

R.- Muchas veces.

P.- ¿Cómo fueron las guerras de Iraq y Afganistán?

R.- Son otro tipo de guerras, aunque también muchos colegas pierden la vida allí. Pero esas guerras de Iraq y Afganistán son diferentes de las africanas: el Estado Mayor norteamericano trata de mantener a los periodistas fuera del campo de batalla. Es una doctrina norteamericana: antes de la acción hay que limpiar el terreno, los bombardeos. Por eso no permiten a los periodistas investigar antes. Esos periodistas están en hoteles y sólo les dan los comunicados oficiales. Eso no es periodismo. De la Guerra de Iraq, que fue en la primera en la que se aplicó esa doctrina, me fui, porque eso es el fin del periodismo de guerra. En esas circunstancias, el periodista no puede moverse libremente y se convierte en correo postal de comunicados oficiales.

P.- ¿Qué se siente cuando uno es un referente ético para muchas personas y muchos periodistas?

P.- Bueno, yo no pienso sobre eso. Yo trato de hacer mis deberes hasta lo que es posible. Hay que trabajar, eso es todo lo que sé hacer. Nuestra profesión requiere un sentido de suma responsabilidad. Toda guerra está siempre vinculada a la mentira. Ambos lados mienten y exageran.

P.- ¿Cómo debe ser el periodista del siglo XXI?

R.- Se diferencia del siglo XX en el sentido técnico. Antes el periodista cuando se iba a una guerra tenía libertad para moverse. Dependía mucho de su talento, de su validez. Ahora, como tenemos teléfonos móviles o Internet el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras que el jefe, que está en Madrid o Roma, tiene la información de varias fuentes. Al final, el periodista, en vez de llevar a cabo sus investigaciones, se dedica a confirmar lo que el jefe le pide desde la redacción. El sentido del trabajo ha cambiado mucho.

P.- Para ser buen periodista, ¿hay que ser buena persona?

R.- Sí, yo estoy muy seguro de esto.

La peluquería de la información

La peluquería de la información Escrito por Janet Marilyn Hernández (estudiante del 1er Semestre de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela-UCV)
huellaluminosa@hotmail.com

Seguramente Carmelo, el dueño de las peluquerías, saltó de alegría al ver la gran cola de aspirantes a entrar a la Escuela de Comunicación Social, el día de la Prueba Interna.

Aún así, su júbilo no superó al de Luisa Lucchi el día de la inscripción de los admitidos, pues habrá visto su futuro más resuelto de lo que ya está, al imaginar la cantidad de tacones que venderá en los próximos años.

Y es que el papel de los medios de comunicación, sobre todo de los audiovisuales, al definirse a sí mismos en los últimos años, ha sido, por decirlo dentro de su misma tónica, coqueto.

Sin embargo, la realidad es otra: más allá de los litros de laca y los huacales de pestañas postizas, el ejercicio del periodismo se ha convertido en una verdadera odisea; se trata de de informar sin salir abollado en el intento.

Claro que la fantasía televisiva nos sumerge en algo completamente diferente, haciendo que la que El Gabo definiera como la profesión más hermosa del mundo, pase a ser, más bien, la profesión de las hermosas del mundo.

De esta manera, el auge de la carrera de Comunicación Social, obedece, en parte, a la revalorización del oficio dadas las condiciones políticas que ya conocemos y no vienen al caso y, en otro aspecto, a la necesidad imperante de que las tetas plásticas financiadas por Osmel, no queden sin uso después que sus muchachas no logren empotrarse en la cabeza, ni siquiera la corona de una feria patronal.

No obstante, sería despiadado decir que la legendaria riña entre belleza e inteligencia es imposible de resolver. Es mejor armarnos de optimismo y asumir que, por ser el intelecto y la hermosura valores inversamente proporcionales, las misses del noticiero algún día se volverán feas.

Y es que sólo valiéndonos de esta expectativa podemos no caer en la desesperanza y resignarnos a ver tres emisiones de un informativo cualquiera, donde las reporteras cuiden, en vez de sus palabras, su peinado; y donde entre un bloque y otro, una inmensa uña acrílica señale “la sexta bolita” del Kino.

Por el contrario, podremos aspirar a tener verdaderos periodistas, conscientes de su misión de informar y educar a la colectividad. Podremos esperar que la Comunicación Social deje de ser la carrera de las misses venidas a menos y de los modelitos que han fracasado como actores, para dar paso a un ejército de hombres y mujeres capaces de comprender que viven en la sociedad y no en la peluquería de la información.

Urgente rescate del verdadero periodismo. Para servir mejor

Urgente rescate del verdadero periodismo. Para servir mejor Amigos y colegas, lean esto que es el primer artículo que llega a mis manos en el que se advierte tímidamente que la SIP debería ocuparse no sólo de defender a los "periodistas", sino de pre-ocuparse por defender el buen periodismo, es decir, el periodismo con credibilidad y calidad

Escrito por José Santiago Healy
Tomado de Diario Electrónico de Yucatán (http://www.yucatan.com.mx/)

Vientos de fronda habrán de correr en el periodismo del continente americano durante los próximos años.

No hablamos del tema de inseguridad e impunidad que afecta severamente al ejercicio de esta profesión y que lamentablemente no se resolverá a corto plazo.

Nos referimos a la credibilidad y al profesionalismo de la prensa escrita que por una u otra razón ha descendido en las últimas décadas a niveles por demás preocupantes.

¿Cuánto daño moral o económico ha causado la inexactitud de notas informativas o la crítica infundada contra tal o cual personaje? ¿Cuántas veces como lectores hemos lamentado las coberturas sensacionalistas de hechos policíacos o asuntos que trascienden a la vida privada, como el caso Clinton-Lewinski? ¿Qué sucederá con el internet, donde cualquier ciudadano con una computadora y un poco de ingenio puede crear su sitio informativo sin guardar el rigor informativo y la ética periodística? ¿Cuán prontas, amplias y expeditas deben ser las rectificaciones de los medios cuando cometen errores y hasta dónde llega su obligación para publicar réplicas sin argumentos sólidos ni pruebas documentales? ¿Debe el periodismo mantener, en aras de la democracia, la pluralidad informativa que en muchas ocasiones genera sólo basura y verborrea ideológica? ¿Los medios informativos están obligados a expresar vía editoriales sus preferencias políticas e ideológicas, como ocurre en Estados Unidos, o intentar una imparcialidad que nunca convence a los lectores? Estos y muchos más dilemas habrán de plantearse en la conferencia hemisférica sobre Valores Periodísticos que para finales del año 2006 organizará la Sociedad Interamericana de Prensa.

La iniciativa procede de dos reconocidos periodistas: Alejandro Miró Quesada, de Perú, y Jack Fuller, de Estados Unidos. Miró Quesada, presidente saliente de la SIP y director del diario El Comercio de Lima, sostiene que a pesar de que la prensa escrita es el medio más respetado en nuestros países, existe una pérdida preocupante de su credibilidad.

De acuerdo con el Pew Research Center, la credibilidad de los diarios en Estados Unidos cayó 13 puntos porcentuales entre 1998 y 2004, cifra que podría ser mayor en América Latina.

“Parecería que le ha llegado a la SIP el momento de, sin cejar en su lucha por la libertad de prensa, hablar más abiertamente no sólo de derechos, sino también de deberes”, puntualizó el comunicador peruano.

El camino está lleno de escollos porque, como afirma Alejandro Miró, bastará que la SIP comience a tratar estos temas para que legisladores, políticos y burócratas lo tomen como pretexto para intentar reglamentar la actividad periodística.

Pero habrá que correr estos riesgos a fin de impulsar en serio los valores periodísticos que lleven a los medios escritos a elevar su profesionalismo que automáticamente generará una mayor credibilidad entre sus lectores.

Jack Fuller —abogado, periodista y ex presidente de la SIP— será el coordinador de esta ambiciosa tarea de organizar un foro que reunirá a personalidades y especialistas de todos los ámbitos del quehacer humano, con el fin de rescatar los valores y principios que guiarán al periodismo americano durante las próximas décadas.

No se trata de confeccionar un código de ética obligatorio, tampoco una lista rigurosa de mandamientos, sino de explorar un camino adecuado donde se respeten los valores y principios periodísticos, con el ánimo de servir mejor a nuestra dinámica sociedad.— Indianapolis, Indiana.

jhealy@diariolatino.com

La telebasura y el periodismo de investigación o cuando las fronteras se borran

La telebasura y el periodismo de investigación o cuando las fronteras se borran Algo que preocupa a nuestros colegas ecuatorianos y que debería preocuparnos por estos lares

Tomado de El Universo, Ecuador (www.eluniverso.com)

Escrito por César Ricaurte

Mala fortuna del término “periodismo de investigación”. Sus interpretaciones no pueden ser más opuestas.

Unos lo ven como “el llegar hasta las raíces de los hechos, comprobándolos mediante documentación y fuentes vivas”. Para otros no es más que presentar en pantalla las denuncias sobre violaciones a reinas de belleza, la utilización de cámaras ocultas y escandalizar con casos como el recordado “chupacabras”.

La primera es periodismo, la segunda un subgénero de telebasura. Pero una y otra se dan el mismo nombre.

De ahí que expertos como la profesora de periodismo española Concha Mateos, diga algo que es obvio, pero que en las actuales circunstancias es revelador: “Todo lo que hace un periodista no es Periodismo. La información que no trata sobre lo que contribuye o concierne al conocimiento y al desarrollo humano es telebasura”.

Desgraciadamente, nuestra televisión está llena de telebasura que pasa como “periodismo de investigación”.

Gustavo Gorriti, reconocido periodista peruano, actualmente director asociado del diario La Prensa de Panamá, señala algo muy importante: "El periodismo de investigación es simplemente periodismo que ha tenido (a veces) más tiempo para aplicar técnicas específicas de averiguación respecto a temas o realidades que se resisten a ser revelados. Sus principios son los de toda disciplina de investigación, desde la epidemiología a la paleontología".

Esto nos introduce a un tema de fondo: “Todo periodismo supone investigación. Periodista que no investiga no es periodista. El periodista le debe a su público el relato de la verdad de los hechos. Tal cual fueron y no tal cual dicen que fueron. Todo periodista debe ir más allá de la versión para aproximarse cuanto sea posible a la realidad”. A veces en los noticieros de TV se hace periodismo y se investiga. Existen muchas muestras de eso en ‘Día a día’ y unas pocas en ‘La TV’ de la familia Ehlers. Lo demás es “denunciología”, ligereza, mala leche, versionismo o la desinformación pura y dura. Esto es, en realidad, el gran drama de la televisión.

Pero no solo de nuestra TV. La tendencia, desgraciadamente, es mundial. En España hace poco se editó un texto muy interesante llamado Telebasura y periodismo: se deslizan las fronteras, donde se analiza el fenómeno de los programas que se autodenominan de “investigación periodística”. El intelectual Fernando Bellón comenta del llamado “periodismo de investigación” que últimamente ha entrado en los medios audiovisuales: “dudo que sea periodismo, pero no es de investigación ni por asomo. O se basa en acuerdos que bordean lo fraudulento con los protagonistas, o son montajes de una parte interesada poco o nada visible”.

El mismo Giovanni Sartori, en su ya clásico Hommo Videns cuenta algo por demás interesante: “Disponemos de experimentos que confirman que en televisión las mentiras se venden mejor. En Inglaterra un comentarista famoso dio en el Daily Telegraph, en la radio y en la televisión, dos versiones de sus películas favoritas, una verdadera y otra descaradamente falsa. Un grupo de 40 mil personas –telespectadores, oyentes y lectores– respondió a la pregunta de en cuál de las dos entrevistas decía la verdad.

Los más sagaces para descubrir las mentiras fueron los oyentes de la radio (más del 73 por ciento), mientras que solo el 52 por ciento de los telespectadores las descubrieron. Y este resultado parece plausible. Yo lo interpretaría así: el videodependiente tiene menos sentido crítico que quien es aún un animal simbólico adiestrado en la utilización de símbolos abstractos. Al perder la capacidad de abstracción perdemos también la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso”.

Absolutamente inquietante, pero cierto. Para no ir a la casa del vecino, tenemos que en el Ecuador, el mal llamado periodismo de investigación (televisivo) llegó por vía de los programas sensacionalistas de las cadenas “hispanas” (¡qué término más odioso!, ¿no les parece?) tipo ‘Primer impacto’. Solo recordemos a quienes en algún artículo Simón Espinosa llamó “los Josés”, con sus espacios donde corrían detrás de la Policía en varios operativos o abusaban de la cámara escondida. Y, por supuesto, cómo olvidar a ‘Dentro y fuera’, conducido por el destituido diputado Vicente Olmedo y su esposa, Maricarmen Ramírez.

Bueno, ahora uno de los “Josés” es Secretario de Comunicación. Todo un símbolo de los alcances de la telebasura. Aunque, vale la pena reconocerlo, José Toledo en sus últimas incursiones (‘Hora Uno’) pulió en algo el sensacionalismo encubierto como periodismo de investigación.

“El sensacionalismo es la reducción de la verdad de un hecho a sus aspectos más sensacionales. Es decir: se trata de una verdad a medias”, dice el maestro Javier Darío Restrepo. Parafraseando el lema de ‘Gran Hermano’; eso, ¿no es la televisión misma?

Hoy Gamavisión estrenará un nuevo programa que se autoproclama como de investigación periodística, su nombre ‘El cuarto poder’. Sus promocionales indican que se trata de un espacio más en la línea de la denuncia y el sensacionalismo. Porque se debe aclarar algo: la denuncia no es lo mismo que periodismo investigativo.

El primero se queda en publicar una información proporcionada por alguien, filtrada por alguna institución, escuchada subrepticiamente u obtenida por cualquier vía, no comprueba los hechos y no toma en cuenta la parte aludida.

Los televidentes cruzamos los dedos para que el nuevo programa de Gamavisión (opacado por ‘La noche del 10’) no sea así y realmente se abra un programa para el verdadero periodismo de investigación.

En este momento el único espacio que apunta en ese sentido es ‘30 Minutos Plus’ de Teleamazonas. Por lo menos si se atiende a la seriedad y el rigor con los cuales trata cada tema. No obstante, su horario, solitario en el “late night” (como llaman los estadounidenses a esa parrilla), hace que tenga menos impacto de lo que merece.

Aunque ‘30 minutos’ es periodismo de profundidad, pero tampoco cumple la premisa que alguna vez le escuché a Daniel Santoro, el periodista argentino que descubrió la venta de armas del gobierno de Menem a Ecuador y Croacia: “Periodismo de investigación es aquel que revela algo que a algún poderoso le interesa ocultar”.

Entonces, “periodismo de investigación” sigue siendo otro de los temas pendientes de la televisión ecuatoriana.

Bush enfrenta su peor pesadilla: Katrinagate

Bush enfrenta su peor pesadilla: Katrinagate Tomado de BBCMundo.com

Escrito por Matt Wells (BBC, Los Ángeles)

Mientras el presidente de Estados Unidos corre a visitar de nuevo las zonas afectadas por el huracán Katrina, se hace cada vez más evidente que se enfrenta uno de los más grandes retos políticos desde la caída de Richard Nixon en 1970.

Así como sucedió entonces, el buen periodismo es lo que está de fondo sobre lo que viene sucediendo.

Sin embargo, a diferencia de Watergate, el denominado "Katrinagate" se trata de periodismo como un servicio público que expone una verdad de manera continua.

En este caso no hacen falta las reuniones secretas con "Garganta Profunda", pues las cámaras han captado la realidad de lo que estaba pasando en el centro de convenciones de Nueva Orleans, haciendo quedar mal las excusas que eran presentadas por aquellos en cargos públicos.

Por ello, en medio del horror, el periodismo estadounidense podría estar recuperando su espina dorsal, gracias Katrina.

En EE.UU., los reporteros y presentadores de noticias suelen pertenecer a la misma clase social y raza que las personas a las que supuestamente deben cuestionar.

Viven en los mismos suburbios, van a las mismas fiestas y tienen vínculos con los mismos intereses en el mundo de los negocios.

Las grandes corporaciones son dueñas de los canales de noticias, y en Washington muchos políticos se apoyan en estos grupos para financiar sus campañas de reelección en Estados Unidos.

Es la perfecta receta para un periodismo tímido, que además se autocensura, y que no puede competir con la maquinaria de comunicaciones del gobierno de Bush.

Viraje

Pero la semana pasada, la complacencia se acabó y la indignación moral en contra de un gobierno que respondió inadecuadamente empezó a resurgir, incluso por parte de aquellos bien peinados presentadores de noticias que rara vez abandonan sus escritorios en Nueva York o Washington.

El ejemplo más espectacular se produjo el viernes pasado en la cadena Fox, que es reconocida por su línea editorial pro-republicana. De hecho, el canal de televisión, que posee Rupert Murdoch, se identifica como de oposición a "los medios liberales".

Cuando en Nueva Orleans la gente empezó a enfermarse o morir, e incluso sentarse en su propio excremento, el presentador de Fox Shepard Smith le declaró la guerra a la información que se manejaba hasta el momento que sólo reflejaba los saqueos.

En otras estaciones de televisión, como NBC, CNN y ABC, personajes que suelen salir del paso con una sencilla rueda de prensa fueron confrontados por reporteros dispuestos a acabar con la apatía hacia los damnificados.

Las versiones que presentaron los altos funcionarios gubernamentales sobre la asistencia que se estaba prestando a los necesitados, en las entrevistas al aire, fueron inmediatamente desafiadas y expuestas como mentiras o producto de la desinformación.

Y no se necesitaba de un título en periodismo para darse cuenta de esto, sólo el haber visto la televisión horas antes era suficiente para sacar estas conclusiones.

La preocupación Irak

Fue increíble que el pasado viernes el mandatario estadounidense le diese una palmada de felicitaciones al encargado del programa de emergencias de EE.UU., diciéndole que estaba haciendo "un gran trabajo", para luego bañar en halagos a los políticos y funcionarios que claramente estaban fallando.

De hecho, Bush se vio confrontado cuando un reportero que cubría su viaje a Mississippi tuvo la osadía de sugerirle que el hecho de tener un tercio de la Guardia Nacional acantonada en Irak pudo haber mermado la respuesta gubernamental.

Pero esto es algo a lo que, sospecho, tendrá que acostumbrarse de ahora en adelante: la lista de preguntas sin responder es muy larga para poder ser ignorada o escondida.

No sólo han sido la televisión y la radio las que se han quitado los guantes.

Uno de los más fervientes seguidores del gobierno de Bush en el New York Times, David Brooks, también mostró su enojo.

Brooks y otros columnistas están llamando a este desastre natural como el "anti-11 de septiembre".

"La primera regla de una sociedad -cuando hay una crisis se protege a los vulnerables- fue pisoteada", escribió el articulista el pasado domingo.

"Dejar a los pobres en Nueva Orleans fue el equivalente moral a dejar a los heridos en el campo de batalla", agregó.

El futuro

Todavía es muy pronto para determinar si esta situación se convertirá en un verdadero "Katrinagate" para el presidente Bush, por lo que cómo reacciona en las próximas semanas será crucial para su período de gobierno.

Las autoridades han estado en la mira de los estadounidenses, quienes, algunos por primera vez, se han dado cuenta que el colapso de los diques en Nueva Orleans es el resultado de una debilitada infraestructura en todo el país.

Culpar a los estados y funcionarios locales, como intentó Bush, no será suficiente.

Más allá de la tarea inmediata de resolver los problemas de vivienda y educación de los damnificados, habrá un minucioso seguimiento a la comisión que investigará las acciones tomadas luego de Katrina.

La incompetencia que seguramente será expuesta no dejará intacto al comandante en jefe ni su maquinaria que dejó Nueva Orleans diciendo que todo iba a estar bien.

Mucha gente seguía atrapada, hambrienta y muriendo, a menos de una milla de distancia.

El Estados Unidos de raza negra no olvidará las fallas del gobierno, como tampoco lo hará el Golfo de México.

Decenas de miles de electores cuyas vidas han sido destruidas irán a las urnas el año próximo, para los comicios de mitad de período, en el estado adoptivo de Bush: Texas.

La última palabra le corresponde al histórico diario que informa desde el centro del desastre, el New Orleans Times-Picayune, que publicó este fin de semana una carta abierta.

"Estamos indignados señor presidente y lo estaremos por mucho tiempo incluso luego de que nuestra querida ciudad vuelva a estar seca. Nuestra gente merecía ser rescatada, muchos que pudieron ser evacuados, fueron abandonados. Eso es una vergüenza para este gobierno".

Los otros Watergate del periodismo mundial

Los otros Watergate del periodismo mundial Escrito por Andrés Alfonso Pachón A para www.elpais.com.co

Aunque por su trascendencia el Caso Watergate parece haber eclipsado otros misterios e investigaciones de la historia del periodismo, lo cierto es que no son pocos los recuentos oscuros que han salido a la luz pública gracias a la sagacidad y ‘olfato’ noticioso de decenas de reporteros alrededor del mundo.

No obstante, en este proceso quienes logran destapar las ollas podridas terminan a menudo siendo la noticia misma, tal y como les sucedió a Carl Bernstein y Bob Woodward, el par de periodistas del Washington Post que le siguieron la huella al gobierno de Richard Nixon hasta que éste, presionado por sus reportes periodísticos, debió dimitir el 8 de agosto de 1974.

Tal historia les valió a los dos jóvenes reporteros tanto el Premio Pulitzer de periodismo como el salto a la fama, un reconocimiento al que también se han hecho acreedores otros colegas de oficio por sus publicaciones.

El País presenta una selección de tres casos periodísticos que han brillado por ser exhaustivos.

A SANGRE Y PULSO. Truman Capote, uno de los pioneros del nuevo periodismo, trabajó durante la primera mitad de la década de los 60 en la realización de A Sangre Fría, un extenso reportaje periodístico en el que el registro de lo que parecía ser un simple hecho de sangre terminó convirtiéndose en todo un best seller.

Todo empezó en noviembre de 1959, cuando Capote leyó en The New York Times la noticia del asesinato de la familia Clutter en un pueblito de Kansas.

Lo que despertó su curiosidad no fue el asesinato en sí de la familia (el padre, la madre y dos de sus hijos), sino el efecto que provocaron esos terribles acontecimientos, aparentemente inmotivados, en una comunidad tan pequeña y aislada como Holcomb.

En un principio pensó en escribir una historia corta acerca de la ciudad y de la familia, pero según se fueron desarrollando los acontecimientos la obra comenzó a tomar otros tintes, hasta llegar al móvil del homicidio.

Para realizar tal trabajo, Truman Capote debió trasladarse a Kansas, pero cuando ya estaba en la mitad del libro la Policía capturó al par de asesinos, por lo que debió retomar la historia casi de cero.

Las continuas entrevistas con los asesinos y el seguimiento de todo el proceso judicial le ayudaron a continuar con su proyecto, que sólo vio la luz en 1966, luego de seis años de trabajo y un año después que los asesinos fueron ejecutados como condena.

CASO KELLY. El 18 de julio de 2003, el cadáver del científico británico y experto en armas David Kelly puso al descubierto la fuerza social que tiene el llamado Cuarto Poder.

Kelly había desaparecido días después de haber sido identificado por el gobierno británico como la fuente de información de la cadena BBC que aseguró que el Comité de Inteligencia del Gobierno de Tony Blair había exagerado informes sobre armas de destrucción masiva en Iraq para justificar la guerra con ese país.

El reconocido experto en armas químicas se encontró atrapado en el fuego cruzado entre el Gobierno británico y los medios de comunicación desde mayo de 2003, debido a las declaraciones que le dio al periodista Andrew Gilligan sobre el particular.

Corresponsal de defensa y de asuntos diplomáticos del programa Today, en Radio 4 de la BBC, Gilligan informó el 29 de mayo de 2003 que una "fuente fiable del servicio de espionaje" le había asegurado que el primer documento del Gobierno sobre Iraq había sido manipulado.

En esto terminó involucrado Alastair Campbell, director de Comunicación de Downing Street, toda vez que Gilligan lo acusó de ser el responsable directo de que Tony Blair dijera ante el Parlamento que el líder iraquí, Saddam Hussein, podía usar armas de destrucción masiva en 45 minutos. Campbell lo negó siempre y su empeño en hacer rectificar a la BBC que él había ‘adornado’ el expediente terminó sacando a la luz pública el nombre de Kelly.

ASESINATO DE UN PAPA. Según importantes investigaciones europeas, detrás de la muerte del papa Juan Pablo I, fallecido en extrañas circunstancias a los 33 días de pontificado en 1978, se habría tejido una siniestra conspiración en la que estarían insertos tanto la CIA como la KGB, la logia P2 y otras organizaciones de gran relevancia internacional.

Aunque poco reconocido como reportero, más sí como escritor, David Yallop publicó en 1984 ‘¿En el nombre de Dios?’, en el que expone la tesis más polémica y conflictiva sobre el caso, ya que planteaba directamente una conspiración urdida para asesinar al Papa con digitalina, un poderoso veneno, con el fin de impedir los cambios planteados por él para acabar con la corrupción.

Luego de tres años de intensas investigaciones en las que contó con la colaboración clandestina de algunos miembros de la signatura vaticana, Yallop quiso demostrar que el Vaticano encubrió las circunstancias en que se produjo el fallecimiento y proporcionó indicios suficientes para considerar necesaria la apertura de una investigación oficial.

Su libro provocó un verdadero escándalo, haciendo que la situación se tornara realmente grave, hasta el punto de llevar a un ultraconservador como el escritor francés Jean Parvulesco a aceptar la posibilidad de que Juan Pablo I fuese ejecutado para evitar que condujese a la Iglesia a una desviación teológico, progresista y tercermundista.