La peluquería de la información
Escrito por Janet Marilyn Hernández (estudiante del 1er Semestre de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela-UCV)
huellaluminosa@hotmail.com
Seguramente Carmelo, el dueño de las peluquerías, saltó de alegría al ver la gran cola de aspirantes a entrar a la Escuela de Comunicación Social, el día de la Prueba Interna.
Aún así, su júbilo no superó al de Luisa Lucchi el día de la inscripción de los admitidos, pues habrá visto su futuro más resuelto de lo que ya está, al imaginar la cantidad de tacones que venderá en los próximos años.
Y es que el papel de los medios de comunicación, sobre todo de los audiovisuales, al definirse a sí mismos en los últimos años, ha sido, por decirlo dentro de su misma tónica, coqueto.
Sin embargo, la realidad es otra: más allá de los litros de laca y los huacales de pestañas postizas, el ejercicio del periodismo se ha convertido en una verdadera odisea; se trata de de informar sin salir abollado en el intento.
Claro que la fantasía televisiva nos sumerge en algo completamente diferente, haciendo que la que El Gabo definiera como la profesión más hermosa del mundo, pase a ser, más bien, la profesión de las hermosas del mundo.
De esta manera, el auge de la carrera de Comunicación Social, obedece, en parte, a la revalorización del oficio dadas las condiciones políticas que ya conocemos y no vienen al caso y, en otro aspecto, a la necesidad imperante de que las tetas plásticas financiadas por Osmel, no queden sin uso después que sus muchachas no logren empotrarse en la cabeza, ni siquiera la corona de una feria patronal.
No obstante, sería despiadado decir que la legendaria riña entre belleza e inteligencia es imposible de resolver. Es mejor armarnos de optimismo y asumir que, por ser el intelecto y la hermosura valores inversamente proporcionales, las misses del noticiero algún día se volverán feas.
Y es que sólo valiéndonos de esta expectativa podemos no caer en la desesperanza y resignarnos a ver tres emisiones de un informativo cualquiera, donde las reporteras cuiden, en vez de sus palabras, su peinado; y donde entre un bloque y otro, una inmensa uña acrílica señale la sexta bolita del Kino.
Por el contrario, podremos aspirar a tener verdaderos periodistas, conscientes de su misión de informar y educar a la colectividad. Podremos esperar que la Comunicación Social deje de ser la carrera de las misses venidas a menos y de los modelitos que han fracasado como actores, para dar paso a un ejército de hombres y mujeres capaces de comprender que viven en la sociedad y no en la peluquería de la información.
huellaluminosa@hotmail.com
Seguramente Carmelo, el dueño de las peluquerías, saltó de alegría al ver la gran cola de aspirantes a entrar a la Escuela de Comunicación Social, el día de la Prueba Interna.
Aún así, su júbilo no superó al de Luisa Lucchi el día de la inscripción de los admitidos, pues habrá visto su futuro más resuelto de lo que ya está, al imaginar la cantidad de tacones que venderá en los próximos años.
Y es que el papel de los medios de comunicación, sobre todo de los audiovisuales, al definirse a sí mismos en los últimos años, ha sido, por decirlo dentro de su misma tónica, coqueto.
Sin embargo, la realidad es otra: más allá de los litros de laca y los huacales de pestañas postizas, el ejercicio del periodismo se ha convertido en una verdadera odisea; se trata de de informar sin salir abollado en el intento.
Claro que la fantasía televisiva nos sumerge en algo completamente diferente, haciendo que la que El Gabo definiera como la profesión más hermosa del mundo, pase a ser, más bien, la profesión de las hermosas del mundo.
De esta manera, el auge de la carrera de Comunicación Social, obedece, en parte, a la revalorización del oficio dadas las condiciones políticas que ya conocemos y no vienen al caso y, en otro aspecto, a la necesidad imperante de que las tetas plásticas financiadas por Osmel, no queden sin uso después que sus muchachas no logren empotrarse en la cabeza, ni siquiera la corona de una feria patronal.
No obstante, sería despiadado decir que la legendaria riña entre belleza e inteligencia es imposible de resolver. Es mejor armarnos de optimismo y asumir que, por ser el intelecto y la hermosura valores inversamente proporcionales, las misses del noticiero algún día se volverán feas.
Y es que sólo valiéndonos de esta expectativa podemos no caer en la desesperanza y resignarnos a ver tres emisiones de un informativo cualquiera, donde las reporteras cuiden, en vez de sus palabras, su peinado; y donde entre un bloque y otro, una inmensa uña acrílica señale la sexta bolita del Kino.
Por el contrario, podremos aspirar a tener verdaderos periodistas, conscientes de su misión de informar y educar a la colectividad. Podremos esperar que la Comunicación Social deje de ser la carrera de las misses venidas a menos y de los modelitos que han fracasado como actores, para dar paso a un ejército de hombres y mujeres capaces de comprender que viven en la sociedad y no en la peluquería de la información.
4 comentarios
nayi -
Colibrí Lillith -
Juan Manuel Medina -
Tal como se refleja en el articulo que muestra la balanza entre aquellos que eligieron la profesion porque tienen el \"cuerpo\" necesario, y aquellos que ademas de dar la cara al mundo para dar una noticia, sea cualquier medio de información, tienen la enorme capacidad y responsabilidad de dar opinión y estudio a esta, y no sufrir de una crisis de uñas rotas o lipitas crecidas.
Y con articulos como este puedo afirmar que tendremos unos acertados articulos y opiniones de muy alta calidad en un futuro muy cercano.
Tengo fe en un brillante futuro.. y una existencia aun mas grande.. Mi existencia tiene causa gracias a ti.
Jorge Quintero -
Me parece sumamente equilibrado tu artículo, de verdad es una gran tranquilidad saber que los medios del futuro estarán en manos de gente joven y equilibrada como tú...
Y que más allá de la laca y las estilizadas figuras, tendremos jóvenes periodistas capaces de informar, más que de adornar nuestras pantallas del mañana.
Mil gracias por existir!