¿Los textos de autoayuda sirven para algo? Absolutamente para nada
Hoy en día, los lectores se encuentran divididos en dos bandos: quienes leen textos de autoayuda y quienes leen textos normales. Al principio, tanto los primeros como los segundos fueron criados en un ambiente en el que leer era un acto normal, digamos natural. Es decir, en sus pequeñas manos, aún con las uñas llenas de plastilina verde, cayeron no por casualidad, los textos Mis primeras letras, Angelito y Ya sé leer, como lecturas primarias de la etapa escolar homónima. Luego, años más tarde, ambos descubrieron Cívica, Ciencias Sociales y otros libros que les indicaron las primeras estructuras rígidas de la sociedad. Ya en la adolescencia, los lectores de los ahora sectores enfrentados chocaron con los textos de Física, Química y Matemáticas, pero contaron con el consuelo de Castellano, Biología, Educación Artística y, en algunos casos, Filosofía.
Es en este preciso momento cuando comienza la escisión entre ambos grupos. Los hoy lectores de textos normales, entonces jóvenes inquietos, se maravillaron con la existencia de un tipo de literatura que podía reflejar y recrear la vida real, aun cuando algunos cuentos fueran llamados fantásticos. Es allí cuando arranca con desenfreno una fascinación especial por el relato, y los chicos y chicas comienzan a embriagarse no sólo con licor barato (anís, ron y vino pasita, en mi época) sino también con lecturas acordes a su imberbe rebeldía. Salgari, Stevenson, Wells, Melville y Verne son algunos de esos emocionantes repasos. Ya en la universidad, sin importar qué tipo de facultad o escuela, leer se convierte en una actividad más seria y, además de los textos académicos, estos jóvenes se acercan a nuevas experiencias lectoras, las cuales en esencia y papel resultan transformadoras, como Cortázar, García Márquez, Wolfe, Kafka, Hemingway, Arlt, Borges, Onetti, Joyce, Sábato, Benedetti, Poe, Wilde, Bukowski, Mutis, Kundera, Fuentes, Flaubert, Auster, etc., etc., etc. En otras palabras, a los 22 ó 25 años, estos muchachos han vivido cientos de vidas y han sufrido cientos de veces, pero también han muerto, resucitado, fracasado, triunfado, transmutado, incluso han sido asesinados y juzgados, pero con los nombres de Horacio Oliveira, Aureliano Buendía, Gregor Samsa, Juan Pablo Castel, Maqroll El Gaviero, Artemio Cruz, Erdosain, el pequeño Julius, entre otros.
En cambio, quienes ahora leen ciegamente textos de autoayuda (y valga la contradicción), no se ocuparon nunca de conocer la vida de cientos de personajes que estaban allí desde siempre para enseñarles a vivir.
Hoy, estos lectores se devanan los sesos para tomar la más mínima decisión, apelando a interrogantes como ¿qué tipo de ratón soy y por qué me han robado mi queso?; ¿realmente seré el ombligo del universo y un centro de energía positiva?; y ¿Dios mío, por qué dejé oxidar mi armadura?.
Ahora comprendo al profesor de castellano, David Koifman, quien decía: Chamos, no se lean un libro de autoayuda, por favor lean a Kundera y de verdad aprenderán; y al librero Pablo Brassesco, quien asegura: Jamás venderé ese tipo de libro; y mira que me lo han pedido, refiriéndose a celebérrimo ¿Quién me ha robado mi queso?.
Publicado en el Periódico Letras. Marzo de 2001
Es en este preciso momento cuando comienza la escisión entre ambos grupos. Los hoy lectores de textos normales, entonces jóvenes inquietos, se maravillaron con la existencia de un tipo de literatura que podía reflejar y recrear la vida real, aun cuando algunos cuentos fueran llamados fantásticos. Es allí cuando arranca con desenfreno una fascinación especial por el relato, y los chicos y chicas comienzan a embriagarse no sólo con licor barato (anís, ron y vino pasita, en mi época) sino también con lecturas acordes a su imberbe rebeldía. Salgari, Stevenson, Wells, Melville y Verne son algunos de esos emocionantes repasos. Ya en la universidad, sin importar qué tipo de facultad o escuela, leer se convierte en una actividad más seria y, además de los textos académicos, estos jóvenes se acercan a nuevas experiencias lectoras, las cuales en esencia y papel resultan transformadoras, como Cortázar, García Márquez, Wolfe, Kafka, Hemingway, Arlt, Borges, Onetti, Joyce, Sábato, Benedetti, Poe, Wilde, Bukowski, Mutis, Kundera, Fuentes, Flaubert, Auster, etc., etc., etc. En otras palabras, a los 22 ó 25 años, estos muchachos han vivido cientos de vidas y han sufrido cientos de veces, pero también han muerto, resucitado, fracasado, triunfado, transmutado, incluso han sido asesinados y juzgados, pero con los nombres de Horacio Oliveira, Aureliano Buendía, Gregor Samsa, Juan Pablo Castel, Maqroll El Gaviero, Artemio Cruz, Erdosain, el pequeño Julius, entre otros.
En cambio, quienes ahora leen ciegamente textos de autoayuda (y valga la contradicción), no se ocuparon nunca de conocer la vida de cientos de personajes que estaban allí desde siempre para enseñarles a vivir.
Hoy, estos lectores se devanan los sesos para tomar la más mínima decisión, apelando a interrogantes como ¿qué tipo de ratón soy y por qué me han robado mi queso?; ¿realmente seré el ombligo del universo y un centro de energía positiva?; y ¿Dios mío, por qué dejé oxidar mi armadura?.
Ahora comprendo al profesor de castellano, David Koifman, quien decía: Chamos, no se lean un libro de autoayuda, por favor lean a Kundera y de verdad aprenderán; y al librero Pablo Brassesco, quien asegura: Jamás venderé ese tipo de libro; y mira que me lo han pedido, refiriéndose a celebérrimo ¿Quién me ha robado mi queso?.
Publicado en el Periódico Letras. Marzo de 2001
28 comentarios
Gaby -
Ricardo de la Rosa Nieto -
Hola,
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Atte. Ricardo Delarosa Nieto
facu -
Ceprin -
En ocasiones las ideas o principios manejados son reinterpretaciones del saber humano, que por su sencillez enganchan al lector, en su convicción de que el autor si lo entiende sin pararse a pensar que entiende el. Esasi que los hombres son de marte las mujeres de venus, Cohello se convierte en la voz de la conciencia y pare ud de contar. La formula es consumidores y producto.
fabian -
fabian -
fabian -
dasdad -
José Luis Robles -
diego -
sonero -
edith -
eduardo -
axa -
mirta -
simplemente son fantasias, que alivian las preocupaciones diarias de la realidad.
denin -
tu crees que absurdo leer eso tal ves por que nunca viviste cuestiones tragicas y vives ligeramente
F -
MARIANA ROSKOP -
automotivacion -
Antonio Núñez Aldazoro -
NiFo -
Bueno, para dar una opinión algo mas seria, les cuento que vivo en santiago y la mayoría de los centros comerciales están llenos de librerias que venden este tipo de libro, creo que es porque la gente se siente sola..y además, como dice el autor del articulo, no conocieron y no van a conocer la vida a través de la literatura, ya no lo hicieron...
Primavera -
A veces, vivir otras vidas en papel es maravilloso, te invita a situarte en situaciones difíciles, divertidas y hasta absurdas, y creo que que aún cuando trasladadas a la realidad tengan resultados catastróficos, vale la pena vivirlas.
daniel novoa -
Franklin -
Coromoto . -
Coromoto L. -
dani -
Inita -
Que honor! soy tu primer comentario...