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Desde la red de proyectos del Programa EDICE (Estudios del Discurso de Cortesía en Español), pretendemos divulgar nuestras investigaciones para y en lengua española; es decir, buscamos que los estudiosos del español tengan un lugar propio de intercambio y de difusión de sus ideas. Como siempre hemos manifestado, este objetivo se dirige muy especialmente a establecer contactos académicos entre los departamentos de español de Europa y los departamentos, institutos y centros de Lingüística de los países hispanohablantes.
Creemos firmemente que una lengua, uno de los instrumentos comunicativos más básicos, es nutrida por aquella experiencia social que brinda un entorno particular, con determinadas características que le son propias. Así, una lengua (cualquiera de sus variedades) es, per se, un producto sociocultural. Al tratar el aspecto social del discurso, nuestro programa hace hincapié en las relaciones entre el Ego y el Alter, ya que éstas modelan cada una de nuestras interacciones comunicativas en sus niveles cognitivos, sociales y emocionales.
Una de las teorías más relevantes de la cortesía, desarrollada por Penélope Brown y Stephen c. Levinson, ha abordado el campo de estudio estableciendo una correlación entre el concepto de imagen social y las actividades de cortesía. La teoría, a la vez que muy popular, ha sido objeto de críticas, especialmente en lo referente a la asignación del valor de universalidad de la idea de cortesía negativa, pues su aplicación parece estar reducida a contextos de habla propios de la comunidad cultural anglosajona. Creemos por ello que, como estudiosos de una lengua no anglófona, nos compete revisar la idoneidad de los instrumentos teóricos con los cuales nos manejamos para analizar nuestros materiales.
Si bien la perspectiva del programa es la sociocultural, nuestro principal objetivo es lograr describir el fenómeno de la cortesía en sus diferentes variedades, promoviendo una permanente apertura hacia la discusión acerca de los límites y la interacción entre las ideas de universalidad y de particularidad sociocultural.
Antecedentes Teóricos
El modelo para la cortesía presentado por Brown y Levinson ([1978]1987) constituye una de las teorías más completas y populares dentro de esta área de estudio. Sin embargo, su utilización, encaminada a describir la cortesía en lenguas no anglófonas, no ha estado siempre libre de problemas. En esta teoría se establece una estrecha relación entre el concepto de imagen social y las estrategias de cortesía. La noción de imagen social y la idea de que la conversación es una fuente inagotable de conflictos es tomada de los trabajos de Erving Goffman, sobre todo de los de 1961 y 1967. De allí se pasa a considerar que el objetivo comunicativo que caracteriza al comportamiento de cortesía es el de atenuar supuestas amenazas a la imagen, especialmente a la imagen negativa. Al margen de lo que podamos opinar acerca de la dimensión del ámbito en el cual la cortesía aparece acotada como estratégica, no normativa y limitada a la función de atenuar amenazas, es a partir de la división en los aspectos negativo y positivo de la imagen social que se empieza a visualizar, a mi entender, la necesidad de diferenciar entre lo particular y lo universal. Como muy bien dice ODriscoll (1996), no es nada difícil descubrir que desde la cultura occidental (tomada la expresión en un trazo muy grueso) podemos reconocer en nuestras experiencias sociales necesidades individuales al mismo tiempo que necesidades gregarias. Sin embargo, el modo en que Brown y Levinson describen estos aspectos no me resulta familiar, al menos desde mi enfoque sociocultural, que no es sólo una suerte de programa con una serie de comandos que permiten acudir a diferentes alternativas de interpretación, sino que es un resultado complejo de un proceso dinámico y evaluativo que ha recorrido el camino de numerosas intersecciones socioculturales, en las cuales he participado realizando esta práctica social a la que llamamos comunicación hablada (Fairclough, 1992). En resumen, no me parece que sea necesario que todos estemos preocupados por tener libertad de acción y por preservar nuestro territorio personal (imagen negativa) ni tampoco que lo que estos autores entienden por imagen positiva pueda describirse como un deseo muy general de obtener aprobación y de que se compartan los propios deseos, opiniones y características personales.
En Matsumoto (1988 ) es donde, a mi entender, se expresa de forma más clara que estos aspectos de la imagen social no pueden ser aplicados al estudio de la cortesía prescindiendo del conocimiento del contexto del usuario de la lengua. Según el modelo de Brown y Levinson, y lo que ellos mismos dicen, al ser la deferencia una estrategia de cortesía preferida entre los japoneses y un comportamiento de cortesía negativa, su propósito social sería expresar que el hablante respeta los derechos individuales de no imposición (Brown y Levinson [1978] 1987: 178-179, Bravo, 1999: 161). Mientras tanto, Matsumoto (1988:405-407) atribuye el uso de comportamientos de deferencia al esfuerzo por ocupar el lugar apropiado, manifestando respeto por la posición social relativa y dando cuenta de la dependencia del individuo de los otros, o sea, del grupo. Esta evidente contradicción pone en duda el razonamiento que el modelo de Brown y Levinson propone para establecer diferencias en cuanto a percepción de actos que amenazan a la imagen en distintos contextos socioculturales; es decir la consideración de las variables de poder relativo, distancia social y grado de la imposición.
Pareciera que Brown y Levinson caracterizan la sociedad japonesa como de cortesía negativa basándose en que creen que: en las sociedades donde la distancia social es grande y además existe una relación asimétrica de poder entre los hablantes, el grado de imposición de las amenazas a la imagen negativa, entendida como los deseos del individuo de libertad de acción y de tener un territorio privado, también será elevado. Como vemos se cumplen las premisas pero la conclusión es falsa. (Brown y Levinson [1978] 1987: 15-17 y 74-84). Hay una larga lista de autores que al estudiar lenguas no anglófonas encuentran algún punto de discordancia entre sus propios resultados y estas categorías universales, psicológicas y centradas en el individuo de Brown y Levinson y deben introducir cambios y comentarios luego de una larga disertación acerca de las bondades y defectos de este modelo (veáse, por ejemplo, Gu,1990 y Duranti,1992). A mi parecer el problema reside en que los aspectos negativo y positivo de la imagen social, están acotados socioculturalmente y son adecuados para ser aplicados a algunas comunidades de habla inglesa. En un número muy interesante de estos trabajos que, como digo, no encajan del todo en las expectativas creadas por las categorías universales, se justifican las diferencias en contenidos socioculturalmente específicos de la imagen social.
Así, en Japón el individuo no es un miembro del grupo sino una parte del mismo, es educado desde la infancia en una estrecha dependencia de los otros y no quiere ser libre ni individualizarse (Matsumoto 1988); en Suecia, hay que ser independiente, bastarse a sí mismo y no ser una carga para el grupo (Bravo, 1996, 1999); en China, la reputación de una persona es central en la concepción de su imagen social (Mao, 1994); en Ecuador, se siguen principios de reciprocidad en la relación social (Placencia, 1996); en España hay que ser conciente de las propias cualidades y hacerlas explícitas en la interacción hablada (Bravo, 1996 y 1999 y Hernández Flores, 2002); en Argentina se destacan contenidos de desinterés, sinceridad y autoestima (Boretti, 2001).
Basado en: Bravo (2003): "Actividades de cortesía, imagen social y contextos socioculturales: una introducción", en: Actas del Primer Coloquio del Programa EDICE, Universidad de Estocolmo, Estocolmo.
Objetivos
El Programa Edice es una red de contacto entre investigadores que incluyen en sus trabajos estudios sobre el fenómeno de la cortesía en las distintas variantes del español. Los objetivos fundamentales que se persiguen son:
* Brindar a los investigadores asociados la posibilidad de establecer contactos con sus pares con el fin de conocer y hacer conocer su producción científica.
* Promover el intercambio y la interacción entre departamentos, institutos y centros de lingüística en español de Europa y Latinoamérica.
Por otra parte, los objetivos temáticos son:
1. Estudiar el comportamiento de cortesía en español.
2. Dar cuenta de los contextos socio-culturales que subyacen a tales comportamientos.
3. Llevar adelante estudios contrastivos entre las distintas variedades del español y otras lenguas/variedades europeas.
4. Contribuir al desarrollo de modelos teóricos alternativos que expliquen y describan al fenónemo de la cortesía.
5. Estimular el interés en el estudio del español como segunda lengua desde una perspectiva socio-cultural.
6. Mejorar las posibilidades de investigación y de enseñanza en las universidades participantes en el Programa Edice.
Desde la red de proyectos del Programa EDICE (Estudios del Discurso de Cortesía en Español), pretendemos divulgar nuestras investigaciones para y en lengua española; es decir, buscamos que los estudiosos del español tengan un lugar propio de intercambio y de difusión de sus ideas. Como siempre hemos manifestado, este objetivo se dirige muy especialmente a establecer contactos académicos entre los departamentos de español de Europa y los departamentos, institutos y centros de Lingüística de los países hispanohablantes.
Creemos firmemente que una lengua, uno de los instrumentos comunicativos más básicos, es nutrida por aquella experiencia social que brinda un entorno particular, con determinadas características que le son propias. Así, una lengua (cualquiera de sus variedades) es, per se, un producto sociocultural. Al tratar el aspecto social del discurso, nuestro programa hace hincapié en las relaciones entre el Ego y el Alter, ya que éstas modelan cada una de nuestras interacciones comunicativas en sus niveles cognitivos, sociales y emocionales.
Una de las teorías más relevantes de la cortesía, desarrollada por Penélope Brown y Stephen c. Levinson, ha abordado el campo de estudio estableciendo una correlación entre el concepto de imagen social y las actividades de cortesía. La teoría, a la vez que muy popular, ha sido objeto de críticas, especialmente en lo referente a la asignación del valor de universalidad de la idea de cortesía negativa, pues su aplicación parece estar reducida a contextos de habla propios de la comunidad cultural anglosajona. Creemos por ello que, como estudiosos de una lengua no anglófona, nos compete revisar la idoneidad de los instrumentos teóricos con los cuales nos manejamos para analizar nuestros materiales.
Si bien la perspectiva del programa es la sociocultural, nuestro principal objetivo es lograr describir el fenómeno de la cortesía en sus diferentes variedades, promoviendo una permanente apertura hacia la discusión acerca de los límites y la interacción entre las ideas de universalidad y de particularidad sociocultural.
Antecedentes Teóricos
El modelo para la cortesía presentado por Brown y Levinson ([1978]1987) constituye una de las teorías más completas y populares dentro de esta área de estudio. Sin embargo, su utilización, encaminada a describir la cortesía en lenguas no anglófonas, no ha estado siempre libre de problemas. En esta teoría se establece una estrecha relación entre el concepto de imagen social y las estrategias de cortesía. La noción de imagen social y la idea de que la conversación es una fuente inagotable de conflictos es tomada de los trabajos de Erving Goffman, sobre todo de los de 1961 y 1967. De allí se pasa a considerar que el objetivo comunicativo que caracteriza al comportamiento de cortesía es el de atenuar supuestas amenazas a la imagen, especialmente a la imagen negativa. Al margen de lo que podamos opinar acerca de la dimensión del ámbito en el cual la cortesía aparece acotada como estratégica, no normativa y limitada a la función de atenuar amenazas, es a partir de la división en los aspectos negativo y positivo de la imagen social que se empieza a visualizar, a mi entender, la necesidad de diferenciar entre lo particular y lo universal. Como muy bien dice ODriscoll (1996), no es nada difícil descubrir que desde la cultura occidental (tomada la expresión en un trazo muy grueso) podemos reconocer en nuestras experiencias sociales necesidades individuales al mismo tiempo que necesidades gregarias. Sin embargo, el modo en que Brown y Levinson describen estos aspectos no me resulta familiar, al menos desde mi enfoque sociocultural, que no es sólo una suerte de programa con una serie de comandos que permiten acudir a diferentes alternativas de interpretación, sino que es un resultado complejo de un proceso dinámico y evaluativo que ha recorrido el camino de numerosas intersecciones socioculturales, en las cuales he participado realizando esta práctica social a la que llamamos comunicación hablada (Fairclough, 1992). En resumen, no me parece que sea necesario que todos estemos preocupados por tener libertad de acción y por preservar nuestro territorio personal (imagen negativa) ni tampoco que lo que estos autores entienden por imagen positiva pueda describirse como un deseo muy general de obtener aprobación y de que se compartan los propios deseos, opiniones y características personales.
En Matsumoto (1988 ) es donde, a mi entender, se expresa de forma más clara que estos aspectos de la imagen social no pueden ser aplicados al estudio de la cortesía prescindiendo del conocimiento del contexto del usuario de la lengua. Según el modelo de Brown y Levinson, y lo que ellos mismos dicen, al ser la deferencia una estrategia de cortesía preferida entre los japoneses y un comportamiento de cortesía negativa, su propósito social sería expresar que el hablante respeta los derechos individuales de no imposición (Brown y Levinson [1978] 1987: 178-179, Bravo, 1999: 161). Mientras tanto, Matsumoto (1988:405-407) atribuye el uso de comportamientos de deferencia al esfuerzo por ocupar el lugar apropiado, manifestando respeto por la posición social relativa y dando cuenta de la dependencia del individuo de los otros, o sea, del grupo. Esta evidente contradicción pone en duda el razonamiento que el modelo de Brown y Levinson propone para establecer diferencias en cuanto a percepción de actos que amenazan a la imagen en distintos contextos socioculturales; es decir la consideración de las variables de poder relativo, distancia social y grado de la imposición.
Pareciera que Brown y Levinson caracterizan la sociedad japonesa como de cortesía negativa basándose en que creen que: en las sociedades donde la distancia social es grande y además existe una relación asimétrica de poder entre los hablantes, el grado de imposición de las amenazas a la imagen negativa, entendida como los deseos del individuo de libertad de acción y de tener un territorio privado, también será elevado. Como vemos se cumplen las premisas pero la conclusión es falsa. (Brown y Levinson [1978] 1987: 15-17 y 74-84). Hay una larga lista de autores que al estudiar lenguas no anglófonas encuentran algún punto de discordancia entre sus propios resultados y estas categorías universales, psicológicas y centradas en el individuo de Brown y Levinson y deben introducir cambios y comentarios luego de una larga disertación acerca de las bondades y defectos de este modelo (veáse, por ejemplo, Gu,1990 y Duranti,1992). A mi parecer el problema reside en que los aspectos negativo y positivo de la imagen social, están acotados socioculturalmente y son adecuados para ser aplicados a algunas comunidades de habla inglesa. En un número muy interesante de estos trabajos que, como digo, no encajan del todo en las expectativas creadas por las categorías universales, se justifican las diferencias en contenidos socioculturalmente específicos de la imagen social.
Así, en Japón el individuo no es un miembro del grupo sino una parte del mismo, es educado desde la infancia en una estrecha dependencia de los otros y no quiere ser libre ni individualizarse (Matsumoto 1988); en Suecia, hay que ser independiente, bastarse a sí mismo y no ser una carga para el grupo (Bravo, 1996, 1999); en China, la reputación de una persona es central en la concepción de su imagen social (Mao, 1994); en Ecuador, se siguen principios de reciprocidad en la relación social (Placencia, 1996); en España hay que ser conciente de las propias cualidades y hacerlas explícitas en la interacción hablada (Bravo, 1996 y 1999 y Hernández Flores, 2002); en Argentina se destacan contenidos de desinterés, sinceridad y autoestima (Boretti, 2001).
Basado en: Bravo (2003): "Actividades de cortesía, imagen social y contextos socioculturales: una introducción", en: Actas del Primer Coloquio del Programa EDICE, Universidad de Estocolmo, Estocolmo.
Objetivos
El Programa Edice es una red de contacto entre investigadores que incluyen en sus trabajos estudios sobre el fenómeno de la cortesía en las distintas variantes del español. Los objetivos fundamentales que se persiguen son:
* Brindar a los investigadores asociados la posibilidad de establecer contactos con sus pares con el fin de conocer y hacer conocer su producción científica.
* Promover el intercambio y la interacción entre departamentos, institutos y centros de lingüística en español de Europa y Latinoamérica.
Por otra parte, los objetivos temáticos son:
1. Estudiar el comportamiento de cortesía en español.
2. Dar cuenta de los contextos socio-culturales que subyacen a tales comportamientos.
3. Llevar adelante estudios contrastivos entre las distintas variedades del español y otras lenguas/variedades europeas.
4. Contribuir al desarrollo de modelos teóricos alternativos que expliquen y describan al fenónemo de la cortesía.
5. Estimular el interés en el estudio del español como segunda lengua desde una perspectiva socio-cultural.
6. Mejorar las posibilidades de investigación y de enseñanza en las universidades participantes en el Programa Edice.
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