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Weblog del prof. Antonio Núñez Aldazoro (UCV)

Internet: Un nuevo escenario de confrontación política

Internet: Un nuevo escenario de confrontación política Tal como en la antigüedad la plaza pública era el escenario para el debate político, los medios de comunicación (cada uno en su momento de irrupción y apogeo) han servido de ágora o sitio de encuentro para la discusión de temas que interesan a todos los miembros de la sociedad, en otras palabras, para el intercambio de ideas, donde los ciudadanos y las instituciones deben participar activamente.
Los medios han llegado a conformar un ambiente de relaciones entre los humanos que los cohesiona y mantiene una identificación común. Bisbal (1998) en un reciente artículo de la revista Comunicación, lo explica detalladamente: “La «polis griega», signo primogénito de la ciudad y su espacio para dilucidar las ideas de lo político como actividad humana en la que todos los hombres tenemos un quehacer y en la que todos estamos involucrados, dio paso con el tiempo histórico al «senado romano» y a la «ciudad medieval», a los «curiales de la Iglesia», a los «humanistas», a los «partidos». Y hoy a los medios masivos de comunicación, a lo massmediático, como el espacio público modernizador para la confrontación de ideas, por lo tanto de lo político y de la política” .
Según Bisbal, los medios rompieron con el monopolio del quehacer político, confundiendo lo público con lo privado y tomando el lugar de la plaza pública en la que se dirime todo, hasta lo más insignificante. Los actores políticos de oficio fueron aplastados por otros actores: los medios de comunicación. Inclusive, explica, estos mismos medios se han convertido en un escenario «ideal» para la construcción y reconstrucción de la vida política .
Por ello, es importante conocer, más que la evolución técnica de los medios, la evolución de su uso político, desde la llamada prensa de opinión del siglo XVIII hasta Internet, medio integrador y modernizador de la comunicación social en las puertas del siglo XXI.
Realmente no es difícil comprender el papel que los medios han desempeñado en el funcionamiento comunicacional de las sociedades democráticas modernas. En un primer término, fue alrededor de la prensa de opinión donde se estructuraron los primeros espacios públicos en torno a los medios de comunicación social.
Miège (1998) explica que fue alrededor de ese tipo de prensa donde “se formó un espacio público intermedio entre el Estado (autoritario) y el espacio de la vida privada” . En dicho espacio se comenzó a dirimir los problemas políticos de los ciudadanos; era el primer escenario mediático de confrontación entre grupos sociales que se disputaban de alguna forma el poder.
Paulatinamente, las prácticas de manipulación y de propaganda utilizadas intensivamente en el modelo de la prensa de opinión, cedieron el espacio, en la naciente la prensa de masas, a reglas independientes de construcción de opinión pública y de su representación formal en el sistema. El propio Miège señala ésta como una de las primeras y más fuertes características de la prensa masiva: los lectores, ahora considerados ciudadanos, quedan mantenidos a distancia de los aparatos políticos e informativos, aunque ahora se benefician diariamente con un mínimo de elementos de conocimiento que requieren para el mantenimiento del sistema y de la participación política. Así comienza la función moderna de la prensa: la intermediación política. Es decir, servir de mediador entre una realidad política y las masas, a través de una participación simbólica y mediatizada.
Un tercer modelo de comunicación es el referido a los medios audiovisuales de masas, cuyas raíces históricas se localizan en las sociedades liberales democráticas, poco después del siglo XX. El uso político de la radio fue rápidamente iniciado por las sociedades, tanto democráticas como autoritarias, en la misma década de su expansión mundial (1920). La función de la radio como instrumento de propaganda de guerra y de cohesión social en momentos de crisis política ha quedado registrada en la historia de la comunicación social.
Las llamadas Charlas al calor de la lumbre, instauradas por el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt en 1933, y las alocuciones del presidente Doumergue en Francia en 1934, son apelaciones a la opinión publica y a la conformación de un ambiente de ideas favorables a los gobiernos de dichos países.
Albert y Tudesq (1982), en su texto Historia de la radio y la televisión, anotan sobre el aumento del poder de la radio en la política “primero porque la radio se manifiesta como el medio de información más rápido, ignorando las fronteras” .
La radio como instrumento político para la cohesión social, la unificación de criterios y la consolidación de ideologías, durante la división de los bloques en la llamada Guerra Fría, se clasificó en la radiodifusión de los países totalitarios y las naciones liberales. En cada uno de los modelos fue intensamente utilizada esta tecnología de la comunicación para conformar un espacio público, una esfera única.
Por último, la innovación del siglo, la televisión, surge en la década de los 50, conformando un modelo innovador en cuanto a la percepción de la realidad política y la conformación de un nuevo espacio mediático.
Aun cuando la televisión de masas está relacionada estrechamente con la publicidad comercial y el entretenimiento, también es cierto que, además de servir de “caja boba” o instrumento para la difusión de cultura popular, el flujo televisivo no se limita únicamente a eso. A pesar de las críticas de pensadores contemporáneos como Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, quien advierte que los telediarios son también parte del show bussines y por tanto son estructurados para entretener y no para informar ; los noticiarios televisados y las informaciones difundidas por TV, aun cuando breves, representan oportunidades para formar parte, sobre todo a distancia y de manera enteramente simbólica, de los problemas de la sociedad .
Indudablemente, en las sociedades democráticas, el modelo de espacio público impuesto por la televisión echa a un lado la función política totalizadora que otros medios habían desempeñado: la argumentación y confrontación de ideas. Sin embargo, es indiscutible su función propagandística en períodos concretos como campañas electorales, transiciones políticas y crisis institucionales.
A pesar de ello, el desarrollo de la televisión coronó la expansión de la llamada galaxia mediática, es decir, la conformación de un universo de medios que determina y rige la acción humana. Un espectro de informaciones que, a través de diversos canales, rodean al ser humano y lo condicionan en su manera de pensar, relacionarse y, por supuesto, percibir y hacer política.

Llega Internet

Bill Gates, propietario del imperio informático Microsoft y propulsor del uso de redes informáticas a nivel planetario, en su libro Camino al futuro, introduce cómo, en el campo político, la evolución natural de los medios tradicionales desembocó en el uso de Internet como instrumento de mediación política: “Todos los adelantos experimentados por los medios de comunicación han producido un efecto sustancial sobre la forma en que interactúan el gobierno y sus ciudadanos. La imprenta y, más tarde, la circulación masiva de los periódicos, cambiaron la naturaleza del debate político. La radio y la TV permitieron a los líderes políticos hablar directa e íntimamente con el pueblo. La red interactiva (Internet) influirá también en la política. Los políticos podrán ver inmediatamente, por primera vez, los resultados de las encuestas de opinión. Los electores podrán enviar una carta a sus representantes en el Parlamento para saber cuáles son sus posiciones y qué es lo que van a votar en éste o aquel punto. Los votantes podrán emitir su voto desde la casa o desde sus computadoras monederos, con menos riesgo que se produzcan equivocaciones en el recuento, o fraude” .
No obstante, Gates se quedó corto respecto a los usos políticos de Internet. Además de la comunicación estatal, electoral y de representación parlamentaria –efectivos ya en muchos países– dejó a un lado la propaganda negra, el activismo guerrillero y el ciberterrorismo. Hechos que también ya ocurren en el mundo.
Pero, ¿Qué hace que Internet corone definitivamente el abanico de las posibilidades que ofrecen los medios de comunicación como instrumentos de mediación social y participación política?

¿Instrumento tecnológico, medio y escenario?

Son muchas las interrogantes que surgen alrededor de Internet, no sólo sobre su especificidad técnica y logros operativos, sino también en cuanto a su impacto social, la modificación de la cultura, la obtención de conocimientos, la capacidad de informarnos sobre el acontecer diario y su influencia en los esquemas políticos contemporáneos.
Lo que en un principio se consideró un instrumento tecnológico para la comunicación militar y científica, con su desarrollo y divulgación pasó a convertirse en un medio masivo que conforma un nuevo escenario para el encuentro, el diálogo y la confrontación. Internet es el medio integrador por excelencia –un metamedium-–, pues, desde el punto de vista técnico, en él confluyen, por su característica de “multimedio”, todos las demás formas de comunicación tradicional: correo (e-mail o correo electrónico y transferencia de archivos); teléfono (webphone); prensa (periódicos y revistas digitales en la Web); televisión (Video y Web TV); radio (RadioNet); cine (mercadeo digital); publicidad (banners y websites); comunicación cara a cara (videoconferencia); entre otros; pero además con nuevos matices innovadores como “la interactividad”.
Por otra parte, desde un enfoque sociológico, la Red de Redes integra todos los universos mediáticos creados por los medios anteriores (es decir, todos los espacios públicos) en un solo y único universo o escenario: el ciberespacio.
La existencia de casi dos billones de páginas electrónicas en todo el mundo, un cuarto de millón de direcciones de correo electrónico y casi 300 millones de usuarios, confirma el interés que, a nivel planetario, existe alrededor de esta nueva tecnología. Según Fausto Colombo, investigador de la Universidad de Milán, son dos las vertientes que explican el porqué la humanidad entera se ha volcado al uso de la informática como medio de comunicación. Por una parte, la característica de las computadoras personales de convertirse en metamedium o medio integrador y heterogéneo; y, por la otra, la capacidad, derivada de la suma del PC e Internet, de conformar un universo, un entorno, un escenario mediático totalizador e integrado.
“Respecto de este modo de describir los media –apunta Colombo-, el ordenador (computadora personal) reviste ese papel de metamedium sobre el que aquí estamos discutiendo. En efecto, de nuevo éste combina su extraordinaria capacidad de modificar las condiciones de vida y de conocimiento con su camaleónica disponibilidad para contaminar los demás medios, permeando la telefonía, la radiofonía y las distintas formas de la representación electrónica, sin contar su integración con otras formas tecnológicas o la aportación a aquellos auténticos nuevos medios que son los sistemas de realidad virtual” .
Ese papel informativo del PC, a juicio de Colombo, transforma las formas de percibir y participar en la sociedad, a través de elementos, a veces de hardware otras de software, que forjan “un mundo muy distinto del que precedía al ordenador” y en el cual se modifican las nociones de espacio, tiempo y relación social.
Sin duda, el uso cada vez más intensivo de la informática en todas las actividades humanas y el crecimiento vertiginoso de Internet como plataforma de comunicación, provocará la instalación de un nuevo mundo, un supramundo que, sumado al interés de las masas por sumarse a éste, conformará el escenario ideal de la comunicación humana, pues cada día su empleo se hará más cotidiano, más común, tal como lo confirma uno de los pensadores más destacados sobre este fenómeno en América Latina, el argentino Alejandro Piscitelli: “El ciberespacio suplanta al espacio físico, algo que ya se percibe en el ciberespacio familiar de la comunicación en línea (teléfono, e-mail, lista de interés). La red de computadoras provee, por su parte, de un forum para que la gente se junte con una proximidad personal, sin las limitaciones físicas de la geografía, las zonas temporales y el status social” .
Además, Internet será cada vez más escenario que medio de comunicación, pues allí se debatirá la forma de organización económica, social y política del futuro, prevista desde ya entre redes de comunicación a través de las computadoras, tal como en el pasado se consideró a través de las redes oceánicas, ferrocarrileras, telegráficas, telefónicas y así sucesivamente.
Esta última reflexión, sobre la convergencia de Internet como nueva tecnología, medio de comunicación y escenario, la refuerza Antonio Pasquali (1998), en su texto Bienvenido Global Village: “Internet es uno de los grandes cuellos de botella al que confluyen y confluirán siempre más progresos tecnológicos, decisiones políticas, diatribas conceptuales y sentencias jurídicas de la mayor importancia de la época (con un retardado Tercer Mundo siempre a la zaga). Cada período histórico, recordémoslo, ha centrado, por ejemplo, su debate sociopolítico acerca de la Libertad en situaciones consideradas paradigmáticas para su entorno: la libre navegación de los océanos, abolición de la pena de muerte y de la esclavitud, independencia política, libertades económicas, etc. El nuestro ya eligió las comunicaciones (campo de batalla de colosales intereses ideológicos y económicos) como palestra privilegiada para el debate” .

La Ciberpolítica

“Vivir en el espacio electrónico, como toda interacción social, presupone una política. Las formas que puede adoptar esa política es el nuevo juego al que debemos aprender a jugar” , dice Alejandro Piscitelli. El ingreso de Internet y la supremacía cada vez más creciente de la computadora como metamedium, o medio integrador, presupone también su inclusión en el concierto del juego político existente, donde los medios masivos son, indiscutiblemente, protagonistas claves.
Alvin Toffler (1992), en Cambio de poder, lo advirtió oportunamente: “El auge de un sistema de nuevos medios de comunicación que se corresponda con las necesidades de una forma completamente nueva de creación de riqueza, plantea un reto a quienes ostentan el poder, al dar origen a nuevos métodos, grupos de electores y alianzas políticas”. Advierte que del mismo modo que a principios del siglo XVIII la gente no podía imaginarse los cambios políticos que acarrearía la proliferación de una economía de chimeneas (revolución industrial), hoy en día resulta prácticamente imposible prever los usos políticos a los que se destinará el sistema de comunicación multimedia y planetario .
No obstante, sí es factible proyectar, a partir de los usos actuales, cuál será el papel político de Internet en cuanto a la percepción de la realidad política y social; la comunicación del Estado, su empleo en campañas electorales; su recurrencia en actividades de subversión, terrorismo y guerra; su empleo en la organización de partidos; y en el establecimiento de modelos de democracia más directa e interactiva.
Si echamos la vista hacia atrás en la historia, confirmamos que fue primero la prensa y más tarde la radio y la televisión, los medios que ofrecieron a los líderes y otros actores políticos de todo el mundo nuevas herramientas de comunicación y persuasión; es decir, originales espacios para divulgar sus ideas y entrar en contacto directo con la ciudadanía. Según el periodista español Oscar Peña, de la revista En la Red, “si ahora ponemos en una balanza las posibilidades de Internet, la Red no podría ser menos de cara al siglo XXI. La Red de Redes se está convirtiendo en un medio ideal de propaganda política, de foro de participación ciudadana y una ingente base de datos para la formación de opinión pública. Ante este vertiginoso crecimiento de los conectados, hoy ciberciudadanos de una sociedad digital, los políticos saben que para acercarse a ellos han de reinventar una vieja manera de «hacer política» y esa vieja forma de comunicar las ideas, las opiniones y los programas. Ante el desafío de una futura sociedad interconectada, los políticos, auténticos cibernétikos o capitanes del navío de la sociedad (como decía Platón), han de inmiscuirse en el mismo proceso de la polis digital del hoy y el mañana” .
Pero, ¿cómo pueden inmiscuirse de manera exitosa líderes políticos, ciudadanos, Estado, partidos, marginados y otros actores en este nuevo esquema político?, cuando son múltiples las dimensiones donde se desarrolla el uso político de Internet y diversas las razones que provocan su utilización como instrumento en esta actividad humana. Por una parte, como referimos anteriormente, la Red de Redes sirve de escenario de confrontación de ideologías y de intermediaria entre la realidad política existente en una sociedad y los miembros que la conforman; pero es imprescindible hacer una división en cuanto a las otras formas que puede adoptar esa política en las redes informáticas.

Democracia virtual

En primer lugar, debe abordarse cómo influye Internet en el esquema democrático actual. Muchos autores señalan, como el aporte más importante de este nuevo medio, la posibilidad de interacción y cercanía de los ciudadanos con sus representantes políticos, ya sean parlamentarios, gobernadores o autoridades nacionales. Rheingold (1996) advierte que la creciente digitalización y disponibilidad de la información reunida en Internet por los gobiernos a expensas de los contribuyentes; el progresivo aumento de las bases de datos públicas y gubernamentales; los websites de organismos oficiales y de representación que permiten el envío de correspondencia e, incluso, la interacción vía chats o salas de conversación; son experiencias que modifican el esquema democrático al permitir a ciudadanos “comunes” ser partícipes en el debate de los asuntos políticos como auténticos “protagonistas”.
“Este tipo de discusión de ciudadano a ciudadano, respaldada por hechos que están al alcance de todos, podría convertirse en la base de una posible democracia electrónica del futuro” , agrega Rheingold.
Esta pretensión futurista de democracia electrónica es reforzada por otras ideas derivadas de ésta y ampliamente discutidas en diversos foros y textos sobre el tema de Internet, tales como el voto electrónico; los referendos on line; las encuestas civiles en torno a problemas de índole nacional, regional o local; en fin, en aspectos referidos a la participación de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones a nivel gubernamental.
Sin embargo, algunos autores consultados reconocen los retos y peligros que implica el establecimiento de una democracia ciberespacial.
Por ejemplo, Finquelievich (1998) explica que “los críticos del voto electrónico arguyen que las experiencias realizadas muestran que en los países donde el voto es voluntario, como en los Estados Unidos, la participación pública por medio del voto electrónico es aún más baja que en la votación tradicional. Pero lo que realmente los perturba es que los conceptos de participación política y las elecciones por medio de computadoras personales lleguen a ser considerados eventualmente como una forma de diversión, poco diferente a un video game” .
Por su parte, Cebrián (1998) advierte que la democracia tiene mucho que ver con los niveles de desarrollo económico y cultural de los países. “Si la Red posee alguna virtualidad participativa que acerque a los ciudadanos a las decisiones de los gobernantes –expresa el periodista español- y si no existen fronteras que la limiten, es preciso arbitrar políticas que eviten esa paradoja creciente de que un instrumento democratizador se convierta, a los ojos de los más desfavorecidos, en un sistema de opresión o alienación” .
Para comprender dichos peligros, Cebrián cita a Ignacio Ramonet e ilustra el uso errado que podría darse a la democracia electrónica. “Imaginemos por un momento un referéndum sobre la pena de muerte organizado unos días después de un asesinato especialmente monstruoso y ampliamente cubierto por los demás medios de comunicación. El resultado sería evidente. La democracia electrónica puede conducir, directamente, al linchamiento electrónico” .
El propio Bill Gates previene sobre el uso indebido de esquemas de participación ciudadana vía Internet. “No cabe duda de que alguien propondrá la «democracia directa», en lugar de nuestra actual democracia participativa, sometiendo a votación todos los asuntos. No creo que la votación directa constituya una buena forma de gobernar. Los representantes que añaden valor, como los intermediarios, también tienen sitio en el gobierno” , expresa el presidente de Microsoft.
A esta serie de críticas, se suman las recogidas por Rheingold (1996), quien las esquematiza en tres grandes grupos o escuelas, según sus investigaciones. En primer lugar, la “inminente mercantilización del debate público” al ser los medios de comunicación, y ahora Internet, los órganos que monopolicen la exclusividad de las discusiones políticas, adaptando cada vez más los contenidos a sus intereses y fines comerciales, tal como lo advirtió años atrás el filósofo alemán Jünger Habermas.
Seguidamente, el autor explica una segunda escuela crítica de la política a través de Internet, que desdeña abiertamente el peligro que se cierne sobre el ciudadano en cuanto al posible asalto de su privacidad, la agobiante vigilancia de las individualidades y el desarrollo de un método efectivo de desinformación; aspecto abordado por pensadores como Michel Foucault y Gary Marx.
Por último, Rheingold, menciona otra categoría, extravagante para algunos, que es la escuela hiperrealista, cuyo abanderado es el francés Jean Baudrillard, la cual ya da por sentada la modificación ejercida por los medios electrónicos a la realidad social, estableciendo un “simulacro” o realidad virtual, distante e impropia del mundo material.
Sin embargo, tal como lo reconoce el propio Rheingold, “tenemos acceso a una herramienta que podría incorporar humor y comprensión a nuestras vidas y podría ayudar a revitalizar las esferas públicas. Sin duda, a pesar de las críticas, Internet puede convertirse en el medio ideal para la participación ciudadana y servir de plataforma para una nueva organización política”. De hecho, en muchos países ya existen experiencias sobre partidos políticos conformados en Internet o la ordenación estructurada de movimientos de oposición a un gobierno en específico.

Comunicación y propaganda electrónica

Luego de revisada la influencia de Internet en el modelo de democracia representativa -desarrollo que aún está por verse- es conveniente retomar su valor como escenario para la difusión de mensajes políticos. En muchos países del mundo, la Red es utilizada de manera intensiva como medio de comunicación, es decir, como herramienta de propaganda o vía rápida y efectiva para la difusión de información ideológica, además de los usos comerciales y publicitarios ya existentes. Estados, partidos, políticos de profesión, guerrilleros, grupos de presión, sociedad civil e instituciones diversas, acuden a Internet como un entorno, donde deben ocupar su site.
Este primer y más difundido uso político de Internet, responde a varias razones, como la obstaculización paulatina de los medios convencionales al debate público auténtico (más allá del escándalo y el espectáculo que domina la información); el deterioro y poca capacidad de convocatoria de los escenarios tradicionales de confrontación y exposición de ideas, como el mitin y las asambleas; y, por último, el agotamiento y desprestigio de las instituciones públicas, como partidos y otras organizaciones políticas.
No obstante, también existen fuertes argumentos técnicos que motorizan y condicionan el uso de Internet como instrumento político. Jarren (1999) describe los rasgos, propiedades, posibilidades y limitaciones de esta tecnología para su inserción en el complejo tejido del juego político .
A su juicio, existen cuatro factores esenciales que fijan los terrenos de la comunicación política a través de la Red: un mayor grado de selectividad de la información, dado el carácter interactivo del medio (el usuario escoge lo que le interesa); la posibilidad de integrar texto, imagen, video y sonido (multimedia); un mayor grado de individualización y direccionalidad en la comunicación, gracias a las posibilidades de la comunicación asincrónica; y el requerimiento de un menor grado de organización por parte de los oferentes de la información (“todos pueden comunicar”).
Asimismo, señala lo que él denomina propiedades de Internet para hacer política a través de la Red:
* Todos pueden proveer informaciones;
* Los bajos costos para la provisión de esas informaciones;
* La difusión de datos, no sólo one-to-many (uno a muchos); sino también many-to-many (muchos a muchos) y person-to-person (persona a persona);
* Las múltiples posibilidades interactivas (e-mail, chats, videoconferencias, entre otros);
* El establecimiento de nuevos formas de relacionamiento social (comunidades virtuales);
* Nuevas formas de intercambio de datos; y
* Mayor facilidad en la obtención de documentación de datos centralizados
Más adelante, el autor describe las posibilidades de creación de una opinión pública política reconocida en la Red, pues Internet:
* Facilita las informaciones de forma más diversa;
* Mejora la selección de las informaciones en función de procesos y problemáticas específicas;
* Optimiza la comunicación temática; y
* Perfecciona los procesos internos en las organizaciones e instituciones políticas
No obstante, también reconoce las limitaciones que impone Internet a sus usuarios, las cuales no difieren a restricciones conocidas en otras actividades del ciberespacio, como educación y entretenimiento:
* Disponibilidad de tiempo: El día tiene 24 horas y es infinita la oferta de información en la Red;
* Financiamiento de la conexión: Todo lo que se ofrece cuesta dinero y debe ser pagado por el proveedor, la publicidad o la gran masa de usuarios; y
* Contenidos: Aún cuando la existencia de páginas webs y servidores es abismal, según el autor, los contenidos serán escasos, pues son pocos los de auténtica calidad

Esta mezcla de Nuevas Tecnologías y organización social; de ciberespacio y espacio público; de Internet y democracia; sólo es posible gracias a un signo que, según el pensador contemporáneo de la comunicación, Armand Mattelart, logra el punto preciso de fusión entre técnica y sociedad.
“Hay una palabra –indica Mattelart- que domina la lógica empresarial: la integración. Es un vocablo que recuerda la visión cibernética de la organización de grandes unidades económicas en el mercado mundial. Integración de los espacios, del diseño, de la producción y del consumo. Y, finalmente, integración de actividades antes separadas. Para convencerse, no hay más que recordar los neologismos aparecidos recientemente en el lenguaje técnico, angloamericano por excelencia: advertiorals (contracción de adversiting y editorials), informercials (information y commercials), infotainment (information y entertaiment) y, más recientemente, edutainment. Una hibridación de palabras que corresponden a la hibridación que ha hecho posible la informática de tecnologías de la información y la comunicación” .
Entre Internet y política es evidente también una hibridación: la ciberpolítica, una nueva forma de hacer y percibir la política a través del ciberespacio, una realidad tecnológica y política que aprovecha la Red como medio de comunicación, herramienta de propaganda, plataforma de organización partidista–institucional, escenario de confrontación de ideologías, vía de legitimación del sistema democrático y campo para la subversión y la guerra.

Fuentes:
ALBERT, Pierre y TUDESQ, Andre-Jean. Historia de la radio y la televisión. Fondo de Cultura Económica. México, 1982
BISBAL, Marcelino. Pensar la política desde la comunicación. En Comunicación Nº 101. Editorial Centro Gumilla. Caracas. Primer trimestre 1998
CEBRIAN, Juan Luis. La red. Cómo cambiarán nuestras vidas los nuevos medios de comunicación. Taurus. Madrid, 1998
COLOMBO, Fausto. La comunicación sintética. En Las nuevas tecnologías de la comunicación. Ediciones Paidós. Barcelona, 1995
FINQUELIEVICH, Susana. Comunidades electrónicas ¿nuevos paradigmas de participación política a nivel local? En Comunicación Nº 102. Editorial Centro Gumilla. Caracas. Segundo trimestre 1998
GATES, Bill. Camino al futuro. Mc Graw Hill. Madrid, 1996
JARREN, Otfried. ¿Democracia a través de Internet?. En Globalización, democracia y medios de comunicación. Fundación Konrad-Adenauer. Buenos Aires, 1999
MATTERLART, Armand. Los nuevos escenarios de la comunicación mundial. En Pensamiento crítico vs. Pensamiento único. Editorial Debate. Madrid, 1998
MIÈGE, Bernard. El espacio público: más allá de la esfera política. En Comunicación y política. Editorial Gedisa. Barcelona, 1998
PASQUALI, Antonio. Bienvenido Global Village. Monte Avila Editores Latinoamericana. Caracas, 1998
PEÑA, Oscar. Política en Internet. El futuro del poder. En En la Red. Año 2 volumen 7-1998. Barcelona, España
PISCITELLI, Alejandro. Ciberculturas. En la era de las máquinas inteligentes. Paidós Contextos. Buenos Aires, 1995
RHEINGOLD, Howard. La comunidad virtual. Una sociedad sin fronteras. Gedisa editorial. Barcelona, 1996
TOFFLER, Alvin. El cambio de poder. Plaza & Janes. Barcelona, 1992

Julio de 2000.-

6 comentarios

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